jueves, 13 de octubre de 2011

¿PARA QUÉ FUERZAS ARMADAS EN URUGUAY?


“El Comandante de la Fuerza Aérea me dijo: ‘tenemos cinco aviones y combustible para 24 horas; si salen nuestros cinco aviones no vuelve ninguno’”. Así, Tabaré Vázquez se desahogaba ante los ex estudiantes del Colegio Monte VI. Con tan pobre material bélico Vázquez ponderó que no había otra que pedir socorro previo a EEUU si Argentina declarase guerra a Uruguay, en el segundo lustro de la década pasada, en razón de la instalación de la papelera ex Botnia (hoy UPM).

Más allá del disparatado temor del ex presidente oriental - hay que haber mucho más motivos para algo de la extremidad de una guerra que un conflicto ambiental, fundamentalmente entre países con tantas cosas en común - y del bochorno que significó arrodillarse ante un gobierno de poco respeto ante las leyes internacionales, como el del entonces mandatario americano George W. Bush, la confesión del oncólogo debe servir para la vuelta de un debate: la relevancia de Fuerzas Armadas en Uruguay.

Si las Fuerzas Armadas de un país solo le alcanzan para un día de combate en una imaginaria guerra, ¿por qué razón hay que mantenérselas?

Como muy bien ya aleccionó Óscar Arias, ex presidente de Costa Rica - una nación solo un poco más grande que Uruguay - al presidente José Mujica, en una carta enviada al jefe del ejecutivo uruguayo el año pasado, las Fuerzas Armadas, principalmente para un país pequeño, “son perversas”.

Costa Rica no tiene ejército desde 1948. Arias quiso sumar a Uruguay en un muy pequeño club de Estados sin Fuerzas Armadas. Serían los adalides de la paz.

En su misiva, Arias razonó que Uruguay “no gana nada con un aparato militar que jamás será más poderoso que el de sus vecinos, que además son países democráticos”. También dijo que “Uruguay no logrará jamás ganar una carrera armamentista contra Brasil, Colombia, Argentina, Chile y Venezuela”.

La respuesta del gobierno (y de la oposición) fue que Uruguay necesita de Fuerzas Armadas para combatir problemas de frontera, como tráfico de drogas y de armas.

La solución a ese problema sugirió Arias en entrevistas a medios uruguayos sería encontrada en los cuerpos de policía, que podrían muy bien reemplazar al ejército en esta tarea.

Ciertamente la disolución de las Fuerzas Armadas encontraría resistencia en los propios componentes de éstas. Entretanto, no tendrían cómo oponerse si un gobierno llevase esto a cabo – excepción hecha si hiciesen un golpe de estado.

Como dijo Arias el combate que Uruguay deberá trazar es contra la “pobreza y la desigualdad”. Todos los recursos financieros hacen falta para este desafío, no pudiendo ser utilizados en cosas que no sirven para casi nada práctico, como las Fuezas Armadas.

La charla de Vázquez en Monte VI enseñó, aunque no hubiese sido esta su intención, que es en balde lo erogado con las Fuerzas Armada, mostrando así que el consejo de Arias estaba lleno de razón.

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