domingo, 23 de octubre de 2011

LA FUERZA DEL VOTO


El acto de entrar en el cuarto oscuro para expresar qué parte política de la sociedad uno quiere en el ejecutivo y legislativo municipal, provincial o nacional no es un fin en si mismo. No es solo ello que hará con que la democracia funcione. El voto tampoco está totalmente protegido, muy por el contrario, de amaños que lo desvalorizan en cuanto símbolo máximo de la igualdad entre los ciudadanos.

Votar puede costar mucho o poco. Depende de cómo se lo mire. Para unos será visto como perder algunas horas o minutos de un precioso día de descanso semanal (para muchos el único que tienen). Otros relativizarán esta perdida en nombre del civismo.

Por detrás del voto podrá haber fuerzas ocultas ajenas al ciudadano, pero aceptadas por él. Si el voto en sociedades nominalmente demócratas existe para la elección libre de los representantes del pueblo, infelizmente, su ejercicio práctico puede significar relaciones promiscuas que violan su razón de ser en algunas circunstancias.

Cuando los candidatos no dan esperanza el voto puede ser una enfadada opción por el menos malo. Y cuando éste amplifica lo malo en su mandato el voto podrá traer un gran lamento venidero.

Hay quienes voten por votar, desdeñando lo que debería venir antes, concienciación y reflexión. Y quienes que, por más informados que intenten estar, son engañados por el proselitismo electoral.

Entretanto, a despecho de los varios defectos que tiene el voto, hasta ahora no han inventado otra forma de participación tan abarcadora y plural como él. Es por medio del voto que la población tiene la posibilidad de tener la última palabra a respecto de quienes la gobernarán.

Es verdad que en los últimos tiempos mucho se está poniendo en entredicho el poder de gobernabilidad de los políticos electos, que los reales gobernantes serían los mercados financieros. Pero, aun así, en términos oficiales son los políticos que tendrán la última palabra. Son ellos que están facultados a llevar a cabo cambios y es el voto que les concede esta autoridad.

La Argentina que va a votar hoy está lejos de ser un modelo de transparencia electoral. Acusaciones de fraude y soborno ciertamente van a existir en este largo domingo. A ello se junta el siempre puesto en causa sistema de múltiples boletas, que dificulta la tarea de quienes no quieran votar en todos los candidatos de una misma alianza, partido o fuerza política.

Las elecciones de este 23 de octubre tienen, en sus principales escrutinios, los vencedores casi ya desvelados, en razón del macro y real sondeo que acabaron siendo las primarias de agosto.

Por más fallas que tenga el sistema electoral argentino y por más conocidos que sean los triunfadores, el día de hoy es fundamental para el país. A nivel nacional y para muchos a nivel provincial y municipal es a partir de hoy que los agentes políticos de la democracia argentina ganarán o ratificarán su legitimidad. Y es hoy que los que no están de acuerdo con los que vayan a ganar podrán expresar su rechazo hacia ellos – pues participar perdiendo también es civismo.

El solo hecho de votar es muy corto para una democracia, pero, esto es parte ineludible de ella, incluso cuando ésta no le guste a uno.

¡Qué los argentinos tengáis un lindo día electoral!

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