viernes, 30 de junio de 2017

VOTO UNINOMINAL

En este mes dos de los más importantes países del mundo llevaron a cabo elecciones legislativas. Reino Unido y Francia. Dos naciones distintas en varios aspectos, empezando por su diseño institucional: uno una monarquía; otro una república. Pasando por una concepción diferente del papel del Estado en la economía - uno hoy con el 42% de aquel en esta; el otro con el 56% (la mayor participación entre las democracias occidentales) - y por la estabilidad institucional: uno con relativamente pocos quiebres de su orden político en los útimos 250 años, en que ni las dos grandes guerras fueron capaces de alterar; otro con muchas constituciones, régimenes y la principal revolución  de la historia.

Pero Reino Unido y Francia tienen una gran semejanza en su sistema electoral para la designación de sus diputados. Los dos adoptan el voto uninominal, en que hay una circunscripción por cada diputado (650 en Reino Unido y 577 en Francia) y en que es electo el candidato más votado por cada una de ellas.

La diferencia está en que mientras en Reino Unido cada elección por distrito es resuelta siempre en una vuelta en Francia hay una segunda vuelta en caso de que el más votado no haya obtenido la mayoría absoluta.

El sistema mayoritario para la composición de la Cámara Baja del legislativo tiene las ventajas de que los candidatos tengan que dar la cara para ser electos (diferentemente de un sistema proporcional en que suelen estar dentro de listas con varios otros) y de que posibiliten mayor estabilidad gubernamental, puesto que es muchísimo más probable que se extraiga de las elecciones una mayoría absoluta de escaños para el partido con más votos.

Entretanto, estas ventajas son bastante peores que su desventaja, pues suele producir una significativa desproporción entre el número de votos que obtiene un partido y su representación parlamentar. En general beneficiando los partidos con más votos y perjudicando los de menos.

Las elecciones legislativas francesas de este año fueron las que más arrojaron esta desproporción desde que Francia adoptó este sistema, en 1958, en su actual constitución.  En la primera vuelta, el movimiento del presidente Emmanuel Macron, aún no constituido en partido, La República en Marcha, y su aliado MoDem eligieron 350 diputados (60,65% del total). Siendo que en la primera vuelta cosecharon el 32,2% de los votos. En la segunda su votación fue del, 49,2%. Pero la referencia debe ser la primera vuelta, que es donde se apuran sus apoyos naturales. Así siendo los dos tuvieron 1,8 veces más diputados que eletores naturales. La contracara de esto fue el Frente Nacional que eligió a ocho diputados (1,38% de los diputados), habiendo logrado 13,20% de votos en la primera vuelta y 8,75% en la segunda. Es decir 10,45 veces menos diputados que electores naturales.

Ya en Reino Unido las últimas elecciones no arrojaron tanta diferencia entre votos y escaños - al menos como en elecciones pasadas - para el partido más votado. El Partido Conservado obtuvo 318 de los 650 diputados (48,9%) con el 42,4% de los votos. Pero en las anteriores elecciones, en 2015, el mismo partido obtuvo la mayoría absoluta, 331 diputados (50,92%), con solo 36,9% de los votos. Ya el Partido Liberal Demócrata, con 7,9% de los votos pudo elegir solo 1,2% diputados.

Estos datos muestran lo injusto que es el sistema uninominal. Haciendo, en la mayoría de las veces, con que el voto del ciudadano que opta por los partidos más votados tenga más peso, en la práctica, que el voto del ciudadano que opta por uno menos votado.

En Reino Unido, como parte de las exigencias para el Partido Liberal Demócrata haber apoyado el Conservador tras las elecciones de 2010, en que este obtuvo más escaños pero sin haber logrado la mayoría absoluta, fue el cambio del sistema electoral. El partido liderado entonces por ex primer ministro James Cameron propuso un plebiscito para reformarlo.

Pero la reforma no cambiaría su naturaleza. Consistía en tornarlo semejante al francés, manteniendo el principio de ser uninominal y introduciendo una segunda vuelta en caso de que el más votado en la primera no hubiese logrado la mayoría absoluta. Al Partido Liberal Demócrata, entretanto, le interesaba porque siendo un partido de centro, ubicado ideológicamente entre el Partido Conservador y el Laborista, podría tener un gran potencial de votos en las segundas vueltas de los distritos. Si un candidato suyo fuese para la disputa con uno del Conservador, los votantes laboristas tenderían a votarle. Y si fuese con uno del Laborista, los conservadores tenderían a votarle.

Entretanto, el plebiscito arrojó una clara victoria del "no", con el 67,9% de los votos.

En Francia, el gobierno designado por el presidente Emmanuel Macron promete que introducirá algo de proporcionalidad al sistema en una posible reforma electoral. Quizá en la dirección de lo que hay en Alemania, en que hay un sistema mixto. Mitad de la Cámara Baja germánica es electa por medio del sistema uninomonal. Mitad es electa por el voto proporcional de listas por cada una de las regiones. Ya sería un avanzo en pro de una fórmula más democrática. Pero nada comparado con lo que es el sistema proporcional puro.

Es verdad que en algunos países que tienen el sistema proporcional de listas cubriendo todo su proceso electoral hay muchos críticos. En Portugal y en España, por ejemplo, se suele discutir la reforma del sistema, puesto que muchos se quejan de que el elector no conoce a los candidatos que se presentan en cada uno de los distritos electores, supuestamente escondidos en una lista y que estos son impuestos por las direcciones de los partidos. O que este sistema no permite mayorías claras, el deseo de los partidos que suelen liderar las elecciones pero que difícilmente tienen votos para constituir una mayoría absoluta en el sistema proporcional de listas.

El primer argumento si vale para el sistema proporcional de listas también puede valer en parte para el uninominal. Si es verdad que ningún candidato tiene su nombre inmerso en una lista con varios nombres, cuando en Francia o Reino Unido el elector vota en un determinado candidato a veces no conoce ni siquiera su nombre o no se importa mucho con su figura. Además, no es cualquiera que puede presentarse a la elección. Como el partido solo tiene derecho a un candidato, también son las direcciones que lo escogen.

En el caso de Reino Unido en la mente del elector está más la simpatía hacia el líder nacional del partido del candidato, que sería electo primer ministro en caso de victoria del partido o la simpatía hacia el partido en sí.

En el caso de Francia es todavía más flagrante la poca importancia que los electores dan a los candidatos. Las legislativas, como se realizan pocas semanas después de las presidenciales, sufren el contagio de estas. Los franceses siempre refuerzan la votación del partido del presidente electo y nunca su partido estuvo en riesgo de no contar con mayoría en el parlamento francés. Sea con diputados solo del partido o con partidos aliados.

El segundo argumento aboga por la institución de una estabilidad artificial, no espejada por los votos. Si no hubo una mayoría absoluta de votos para el partido vencedor, cabe a él o al segundo partido más votado el intento de buscar alianzas con otros partidos para que se construya una mayoría en el parlamento.

Es verdad que no existe sistema perfecto. Quizá, si hubiese primarias para la constitución de listas el de listas proporcional podría ser aprimorado. Así las direcciones partidarias no tendrían poder para su elaboración.

Pero lo más importante es que un sistema electoral pueda sincronizar el máximo posible el porcentaje de votos populares de un partido con el porcentaje de escaños que este tiene derecho.