sábado, 21 de diciembre de 2013

"LA VIOLENCIA"

Osado es poco para definir al tema y al video clip de Agarrate Catalina y No Te Va a Gustar “La Violencia”. La canción no solo justifica la violencia como pone a quien anda en el mundo del crimen como las verdaderas víctimas de la sociedad.

La lectura que hizo el compositor de la música, Tabaré Cardozo, no es tan diferente de la que hacen muchos izquierdistas en Uruguay, en América Latina y en el mundo a respecto de las causas de la violencia. Pero de modo mucho más explícito y desvergonzado que lo general. Los cantantes no tienen pegas en transformar, aunque metafóricamente, a los criminosos como jueces de la sociedad.

Atribuir la violencia a la desigualdad, pobreza y falta de educación como hacen en "La Violencia" es una vieja enfermedad infantil de la izquierda. No que estas no tengan relación con la delincuencia. Pueden tenerlo y mucho. El problema es considerar al criminoso como un ser desprovisto de razonamiento y/o que simplemente es llevado al crimen porque no le resta otra alternativa.

En realidad, es difícil negar que el contexto social (no solamente situación social en sí, pero los ejemplos del alrededor) de una persona es una variable importante que podrá determinar si escoge delinquir. Pero la verdad es que, en la mayoría de las veces, solo delinque quien tiene una propensión a ello.

Lo que hace a un excluido social y a un marginado delinquir es que, primero, tiene una floja escolaridad, segundo, ve muchas menos alternativas en su vida que otros. Tercero, piensa que tiene mucho menos que perder. Pero nada de esto va a impulsar a una persona a matar o a robar si no tenga una tendencia psicológica que lo lleve a elegir esto.

Seguramente, muchos de los criminosos de las sociedades de América Latina no lo serían si hubiesen nacido en Europa Occidental, por ejemplo. Donde tendrían otro contexto social y de formación humana.

Pero y la sociedad que sufre con la violencia, y que en el tema “La Violencia” es expuesta, paradójicamente, como verdugo, ¿qué culpa puede tener en que haya semilleros que ayuden a que alguien se torne un criminoso?   Objetivamente ninguna. Incluso porque la mayoría de las víctimas de la violencia es gente tan o aún más pobre o excluida socialmente que los que la generan. Que comparte o pudo haber compartido los mismos flagelos sociales y que por estar en zonas menos seguras están menos protegidas. Pero ni a una persona de clase media o alta se le puede achacar responsabilidades por un acto criminal en sí. Aunque el individuo pueda tener poca sensibilidad social y ser contrario a políticas de distribución de riqueza no se puede hacerlo. Ninguna o casi ninguna ideología puede ser peor que un asesinato, por ejemplo.


No tengo dudas de que más educación, más crecimiento económico y, fundamentalmente, menos desigualdad social (el factor más fuerte en la cadena de factores que lleva a una persona a delinquir) tendrían como resultado menos violencia. Pero mientras esta exista no hay otra alternativa para los gobiernos, en lo que se refiere a su política de seguridad, que no bajar la guardia. Por otro lado, estos no deben ser rehenes de los pedidos de mano duro que pululan en gran parte de la sociedad y que son la contracara del discurso de justificativa de la violencia por parte de la izquierda.



martes, 17 de diciembre de 2013

BALLOTAGE, SINÓNIMO DE DEMOCRACIA

Muchos de los frenteamplistas siempre se quejan de que el ballotage solo fue instituito en Uruguay, por medio de la reforma constitucional de 1996, porque el Partido Nacional y el Colorado querían impedir, por esta vía, un presidente del Frente Amplio.

De hecho, no es posible negar que detrás de la creación de una segunda instancia electoral para la elección del principal mandatario oriental, en caso de que nadie obtuviera mayoría absoluta en la primera vuelta, estaba, principalmente, el miedo de los partidos tradicionales a que la izquierda llegase al poder tras un sostenido crecimiento electoral tras la vuelta de la democracia en la mitad de los años 1980.

Pero también es cierto que este temor egoísta  permitió que las elecciones presidenciales se tornaran más democráticas y claras cuanto al merecimiento de su vencedor. Nada mejor que la confrontación de los dos candidatos más votados en la primera vuelta en una segunda para ver quien reúne más apoyos para que se solidifique una verdadera mayoría, que no es el caso de cuando el vencedor de la primera vuelta solo tiene la mayoría relativa de votos.

Solo cabe lamentar, portanto, el deseo expresado por el más que probable candidato del Frente Amplio y primer presidente frenteamplista, Tabaré Vázquez, que aboga por el fin de este saludable sistema electoral del presidencialismo que es el ballotage.

Estar en contra del ballotage, fundamentalmente en Uruguay, donde existen tres partidos que dividen los votos en las elecciones y en que dos son muy parecidos (Nacional y Colorado) ocupando el mismo espacio de votación, es un cinismo antidemocrático, cuyo objetivo aparente es querer que su formación, el Frente Amplio, sea la gran favorecida, por estar solo en el espectro ideológico de la izquierda, y que por esto sería siempre la vencedora de la primera vuelta.

Lo malo y patético del sistema uruguayo no es el ballotage. Es la ridícula exigencia para la elección del presidente en la primera vuelta. Es decir, que un candidato tenga que sumar más votos no solamente que los candidatos rivales como también que los votos blancos, nulos y de la abstención. Una auténtica anomalía en un mundo donde en casi todas las democracias que tienen segunda vuelta no son considerados válidos los votos  blancos, nulos y la abstención para el cómputo de porcentaje de votos de los candidatos.

Si hay algo para ser reformado en el sistema electoral uruguayo son las reglas para haber ballotage. Pero jamás este debe ser extinto. 

jueves, 5 de diciembre de 2013

COMPARAR LO IMCOMPARABLE

Realizado hace 13 años, el informe PISA es el más importante, al menos en términos mediáticos, para comparar el nivel educacional entre países, aunque solo participen de él los países de la OCDE (supuestamente los más desarrollados del mundo), puesto que su organización es de responsabilidad de esta institución, y más algunos que voluntariamente se asoman para exponer el grado de aprendizaje de sus estudiantes de 15 años.

El gran problema del PISA es evaluar a países que pueden tener realidades bien distintas al nivel de la integración en el sistema de enseñanza de sus quiceañeros. Si un país tiene un porcentaje mayor de quinceañeros fuera de la escuela puede tener una ventaja en el promedio de notas en el PISA que uno que tenga más quinceañeros en la escuela aunque no tenga una educación mejor que este.

Si un país logra incluir en la enseñanza a más jóvenes que otro, puede aumentar el nivel de alumnos con malas condiciones sociales dentro del sistema educativo de lo que tendría si no los hubiese incluido. Principalmente si la inclusión es reciente. Esto hace con que el promedio baja en comparación a un escenario de no inclusión.

Tomemos el ejemplo de Argentina y Brasil. Argentina está en la posición 59,  con 396 puntos en el promedio de las asignaturas evaluadas (lengua, matemática y ciencia). Brasil en la posición 58, con un promedio de 402. Diferencia pequeña. Pero aun así, desde una primera mirada, sorprendente (aunque en el anterior ranking, Brasil ya apareciese con más puntos que Argentina). ¿Cómo un país clasificado en el Índice de Desarrollo Humano de la ONU (cuyas variables son renta per cápita, expectativa de vida y años de escolaridad) en la posición 45, Argentina, puede tener su educación evaluada a un nivel inferior que la de uno, Brasil, que está en la posición 84? 

Además, basta con haber hablado con argentinos y brasileños para que se verifique claramente un nivel cultural mayor de los argentinos.  

La principal explicación para la superioridad brasileña es que mientras Brasil tiene 75% de jóvenes de 15 años en la escuela, Argentina tiene 85%. Haber logrado incluir a más gente de esta edad en la escuela muy probablemente haya sido lo que ha hecho con que el promedio argentino haya sido un poco inferior al brasileño.

Para mejorar el PISA en términos de comparación entre países sería muy importante que la OCDE introdujera el número de jóvenes de 15 años en las escuelas de los países que participan del PISA como una variable. Así tendríamos un panorama más de acuerdo a la realidad a efecto de parangón