sábado, 30 de septiembre de 2017

CATALUÑA TRAS EL 1-O

Es muy probable que el referéndum sobre la independencia de Cataluña estará plegado de nubarrones. Que difícilmente la mayor parte de los votos de los que quieren sufragar podrán ser depositados en las urnas, con tantos agentes de seguridad del Estado español desplegados en Cataluña con el objetivo de impedirlo.

Por otro lado, son cada vez más las voces en la Generalitat que sugieren que puede no haber Declaración Unilateral de Independencia (DUI), que, a principio, sería pronunciada con una mínima votación favorable al sí y con una mínima participación. Al menos este era el entendimiento tácito que nos da la Ley de Transitoriedad, que no fija un listón para ninguna de las dos.

Que no haya posibilidad práctica de una amplia votación, sería la justificativa para que no haya la DUI. Y en el fondo podrá ser funcional a todos los que luchan por la independencia de Cataluña y también para los que no la admiten.

Para quienes gobiernan Cataluña, Esquerra Republicana de Catalunya y el Parti Demòcrata Europeo Català, declarar la independencia sería dar un salto al vacío.

No habría condiciones operacionales para que Cataluña se autogobernase. Faltarían dos cosas ineludibles. Una agencia de recaudación de impuestos y una fuerza de seguridad. Ni siquiera si Cataluña se plantease una resistencia armada contra España, tendría los mínimos medios para tal (todos los países que declararon unilateralmente la independencia tenían un ejército propio). Con esto, la DUI sería nada más que un brindis al sol.

Es decir, ni siquiera estoy hablando de lo perjudicial que podría ser para Cataluña una independencia en términos económicos, con la hostilidad de la UE, con España y Francia a la cabeza. Ni eso Cataluña podría probar.

Ya de parte de los independentistas más intransigentes, los de la CUP, aunque muestren un gran enfado e, incluso, acusen al bipartido que gobierna Cataluña de traición, saben que podrán tener un gran crecimiento en las próximas elecciones autonómicas, el único paso posible a seguir al reculo a respecto de la secesión.

El partido anticapitalista podrá ser visto para muchos como el único representante fiel de la independencia, en contraste a los otros dos, que habrían claudicado en cumplir la utópica promesa de una Cataluña independiente.

Del lado del gobierno español, se habría logrado el objetivo principal. Pese a todo el follón que podrá representar la jornada de votación de este domingo, la declaración unilateral de independencia sería desechada.

Cómo el gobierno de la Generalitat justificará la no declaración de independencia significa un gran signo de interrogación. Supongo que ya  habrán preparado el contenido de por que no podrán hacerlo. Aunque no descarte mucha divergencia entre sus miembros. Es probable que haya quienes, sea por populismo, sea por ingenuidad, sostengan que la DUI deba ser llevada a cabo.

A continuación de la imposibilidad de la DUI, empezará un nuevo ciclo. Quizá con nuevos protagonistas y con más independentistas. La famosa "fábrica de independentistas", con el impedimento al referéndum, podrá alcanzar su máximo en términos de "producción". Esto sería medido en las inevitables elecciones autonómicas. Esto, obviamente, daría aún más fuerza a la retórica separatista.

Con el posible aumento del voto independentista, el gobierno español y las otras fuerzas políticas del otro lado del Ebro sí o sí tendrán que dejar su inmovilismo. Sea en la dirección de reformar la constitución, para que esta contemple el derecho a decidir de los catalanes, sea en el sentido de un pacto fiscal con Cataluña para que, tal vez, haya un concierto económico similar al de lo que hay con el País Vasco. El ministro de economía, Luis de Guindos, ya dijo que lo segundo puede ser viable.

Lo fundamental, ninguna de las partes podrá querer ganar de goleada. Y todas tendrán que ceder en sus planteamientos y, principalmente, arriesgarse. Que venga la democracia.