miércoles, 30 de marzo de 2011

IGUALDAD NO ES SINÓNIMO DE UNIFORMIDAD

Desde un planteamiento simplista los que defienden el principio de la igualdad deberían ser favorables a la propuesta de la consejera de Enseñanza de Cataluña, Irene Rigau, de que el alumnado de los centros educativos catalanes lleve obligatoriamente uniformes escolares.

De hecho, que los estudiantes usen la misma ropa los haría más parecidos. Pero, la igualdad no necesariamente tiene que ir al descompaso de la libertad.

Determinar que una persona, que sea chico o adulto, lleve una ropa es ir en contra del individuo como ser autónomo. Poniéndolo bajo un patrón que no los lleva a ningún sitio.

Abogar por una sociedad igualitaria no es abogar por una sociedad de persona iguales, y sí pretender que las personas sean tratadas de modo igual, sin favores y privilegios a partida, y que la libertad de unos no torpedee e invada la libertad de otros.

El traje que uno lleva tiene mucho que ver con los gustos de la persona. Desde que estos gustos no sean representados en ropas que agredan a otros (como una camiseta con dichos racistas o homofóbicos) que hagan proselitismo religioso (como las indumentarias religiosas, desgraciadamente permitidas en España y en Cataluña) y que sean de sentido erótico o cercano a ello (como exagerados escotes), cada alumno insertado en los centros públicos de enseñanza tiene que poseer el libre albedrío para elegir cómo quiere ir a la escuela.

El rol de los colegios e institutos públicos, además de le educación formal, es fomentar entre los estudiantes la unión y el respeto entre diferentes para que éstos vean en el otro, por más distinto que sea, un ser digno con quien se puede convivir en armonía.

miércoles, 23 de marzo de 2011

CUANDO LOS EXTREMOS SE PARECEN

Izquierda Unida y Partido Popular son los más diferentes dentro del arco ideológico de los partidos con representación en el Congreso de Diputados. Votaron distinto en el pedido del gobierno para autorizar la participación español en la guerra de Libia.

El PP dio un “sí” e IU un “no” a que España ayudase, aunque de manera casi testimonial, a los países de la OTAN que intentan trabar la masacre de Moamar Gaddafi contra sus opositores.

Pero, a parte de las distintas posiciones sobre el ataque o no al país magrebí, PP e IU han tenido un punto en común. Comparar la intervención en Libia con la Guerra de Irak de 2003.

Las dos formaciones achacaron al presidente de gobierno, José Luiz Rodríguez Zapatero, incoherencia en combatir una cuando estaba en la oposición y dar su aval a la otra, ahora cuando lidera el ejecutivo.

Pese a las grandes diferencias que jalonan las dos guerras, PP e IU han preferido ir por la senda del confronto por medio de la crítica fácil y simplista. Al contrario de la intervención en Irak, ningún país ha pasado por encima de la ONU ni ha inventado ninguna mentira para atacar a Libia. Y ni siquiera la contundencia de la ofensiva es comparable. En Irak, EEUU y sus aliados - entre los cuales la España gobernada entonces por el PP - entraron para, claramente, derribar a un régimen y tomar las riendas del país. Mientras en Libia los países de la OTAN solo tienen la intención de proteger la población victimada por las agresiones de Gaddafi. Son los grupos opositores libios que deberán directamente hacer con que caiga el más antiguo de los déspotas africanos.

El PP es especialista en este juego de confusión. Hace de la demagogia una constante en su estrategia de oposición, incluso cuando está de acuerdo con el gobierno. El partido de la gaviota estará para siempre involucrado en la farsa que justificó la Guerra de Irak. En Libia nadie está fabulando nada.

Sobre IU, es legítimo que esté en contra de la guerra. Pero, no debería hurgar en la Guerra de Irak para defender su voto negativo a la presencia española en Libia. Bastaría con que dijera ser contra la participación armada de España en conflictos ajenos. El debate sería más claro y verdadero.

PP e IU, tan lejanos, pero, a veces, tan cerca.

lunes, 21 de marzo de 2011

MANUAL DE USO DE TWITTER


Hace cinco años Twitter ganaba vida activa. Aunque su “fundación” haya tenido lugar el 14 de marzo de 2006, el primer mensaje en Twitter solo fue escrito ocho días después.

Desde entonces, el número de personas que han creado una cuenta en la red social del pajarito ha crecido exponencialmente, teniendo hoy más de 145 millones de usuarios.

Entretanto, una gran parte de estos millones no lo sabe usar, realmente. Por esto Twitter sufre de algunos prejuicios. Muchos de los que no lo utilizan o que no lo conocen lo suficiente dicen que Twitter es solo un medio donde las personas despojan sus frivolidades y sus miradas hacia el ombligo. Que sirve solo para que uno diga cosas baladíes, tal como “me desperté”, “qué rico estaba el almuerzo”, “salgo del trabajo”, “qué día bonito hace hoy”, etc.

La verdad, aunque para muchos usuarios Twitter puede resumirse a esas banalidades, el sitio es mucho más que eso. Todo depende de cómo uno lo use y de cómo es la correlación de fuerzas entre los que escriben cosas fútiles y los que escriben cosas con un mínimo de relevo público.

La gran atracción de Twitter es, justamente, su limitación. O sea, que uno solo pueda hacer una intervención de hasta 140 caracteres. Esto permite una gran interactividad entre seguidores y seguidos, en razón de lo corto que son los mensajes, que facilita un expedito acompañamiento de los seguidos.

También el propio concepto semántico de los contactos y la naturaleza práctica de ellos es mucho más evolucionado que en otros sitios de relación social, donde estos llevan el exagerado nombre de “amigo”, aunque algunos no pasen de simples conocidos. Y quien es seguido no necesariamente tiene que seguir al seguidor.

Pero mucho más deberían entender de la comunicación en Twitter sus usuarios, incluso muchos de los que no quieren hacer de él un medio insignificante para el debate público.

Es verdad que para una óptima utilización de Twitter hace falta más que buena intención. Es necesario que se sepa qué es la comunicación social. Por otras palabras, qué puede tener interés público.

Lo importante es que lo que se escriba en Twitter añada algo a quien lo esté leyendo, sea por medio de una opinión de carácter más serio, sea por medio de un chiste o de una ironía. Las formas pueden ser variopintas.

Básicamente, quien escribe en Twitter debería pensar, ¿esto a mí me acrecentaría o me sorprendería si fuese yo el lector de mi mensaje? ¿Lo que escribo es redundante o conlleva cosas mínimamente nuevas a lo que ya ha sido dicho antes?

Partiendo de esta premisa, los mensajes que se limitan a ser enlaces de textos exógenos al mensajero deberían ser evitados. Solo si a parte del enlace viniese incluido un comentario.

El usuario debe pensar que lo que escriba él no se podrá leer en cualquier otro lugar o que difícilmente sería descubierto por sus seguidores. Por esto son desnecesarias informaciones que nada más son que reproducciones de noticias vehiculadas en otros medios. Un ejemplo es poner resultados de juegos de fútbol sin más. Quien está interesado en el partido, puede consultar a un sinfín de sitios que están acompañando al encuentro. Pero si además del resultado el mensajero hace un comentario, perfecto.

La estética de Twitter también debe ser respetada. Una intervención no deber contener puntos suspensivos ni un (cont.) para luego ser terminada en otra, para obviar el límite de 140 caracteres.

Entretanto, una intervención puede tener su continuación temática en otro mensaje, desde que la primera y las otras puedan ser leídas y comprendidas aisladamente. Os pongo un ejemplo de lo que escribí en el día del sorteo que definió el cruce de los cuartos de final de la Copa Europea de Clubes, que se encaja en esto. En un mensaje escribí: “Me gusta que el Barça y el Madrid no puedan verse las caras en la final.” En el otro a continuación escribí: “Prefiero que el Barça juegue contra el Madrid en dos partidos. En dos partidos la victória del más fuerte es más probable que en uno”. Aunque la segunda estuviese complementando la primera, ésta no dependía de aquella para tener sentido. Es verdad que para el lector podría haber quedado la interrogación, viendo solo el primer mensaje, del motivo por el cual el mensajero se quedó satisfecho que el Barça no pueda hacer la final, que es en partido único, contra el Madrid. Pero, no todas las intervenciones deben tener una justificativa. Basta con que tengan sentido.

(Claro que estos patrones no necesitan ser seguidos en un mensaje individual, en que el blanco es la comunicación con solo una persona).

Independientemente de lo mucho que deben aprender sus usuarios, Twitter ya es la herramienta más dinámica de comunicación social desde que Guttemberg inventó la imprenta. Con la buena voluntad y discernimiento de sus mensajeros se tornará aun mejor.

domingo, 20 de marzo de 2011

LA GUERRA: SIEMPRE UN MAL, PERO AHORA NECESARIO


Francia inició ayer contra Libia el último recurso de las relaciones internacionales, la guerra. Que lo perpetrado por la nación gala con el sustento de gran parte de la OTAN tenga el eufemístico nombre de exclusión del espacio aéreo solo edulcora en términos léxicos la cruda y dura acción de atacar, aunque “solo” por el aire, el país magrebí.

Pese a que los objetivos sean solo militares, es probable que pierda la vida gente inocente, que estaría exprimida entre sus liberadores y sus verdugos.

Entretanto, la opción alternativa a la guerra simplemente no existe. Y si ésta existiera se resumiría al simple cruzar de brazos a la espera de que Muammar Gaddafi pare con su masacre y aniquile cualquier movimiento hacia la liberación del país sometido a una de las más largas dictaduras del mundo.

Una intervención armada contra otro país es lo más delicado que hay. Siempre habrá efectos colaterales y el signo de interrogación sobre la legitimidad de la intervención.

¿Un país o un grupo de países pueden arrogarse en el plano de salvadores de otro? Como todo, o casi todo, depende.

El caso libio difiere de intervenciones polémicas recientes, como en Irak y en Kosovo, por ejemplo. Dos guerras injustas, en que lo justificado para la intervención era pura ficción (el tema de las nunca encontradas armas de destrucción masiva en Irak) y un parcial relato de los hechos (sobre el supuesto lavado étnico de Slodoban Milosevic en Kosovo, nunca probado efectivamente).

En Libia es clara la opresión de un sátrapa sobre la población que, harta de las décadas de arbitrio, se ha sublevado contra él, viendo el ejemplo de la queda de las dictaduras de Tunez y Egipto hace poco tiempo.

Al contrario del tunecino Ben Ali y del egipcio Mubarack, a Gaddafi no le ha temblado las manos para responder sin tapujos, por medio de bombardeos, a los que clamaban por el fin de su régimen.

Además, en Libia los países que están impulsando la ofensiva tienen el espaldarazo de la ONU, que, por medio de su Consejo de Seguridad (CS), ha avalado “todas las medidas necesarias para la protección de los civiles libios”, según lo expresado en la resolución 1973 del CS.

La guerra no generará el mejor de los mundos. Siempre es mucho más sano que sean los propios ciudadanos de un país los responsables por la queda de una dictadura. La arquitectura del post-régimen estaría libre de influjos externos, por ejemplo.

Pero, la cobardía de Gaddafi, al no ahorrar recursos bélicos para callar la voz de su oposición, no permite que la comunidad internacional tenga muchos matices. Infelizmente, la guerra en Libia es lo que resta. Hasta que Gaddafi sea derrocado.

martes, 8 de marzo de 2011

DÍA DE LA MUJERES: ¿PERO CUÁLES?

Confieso que no soy muy simpático a días cómo el de hoy, en que se celebra el Día de la Mujer, u, oficialmente, Día Internacional de la Mujer Trabajadora – aunque el día acabe siendo extendido a todas, sean ellas solo estudiantes o mujeres florero.

Me incomoda, justamente, el carácter ampliamente genérico de la fecha de hoy. En términos estrictos el abanico de la condición de mujer es tan vasto cuanto las estimadas 3,5 mil millones de mujeres que existen en el mundo.

Cada grupo de mujer tiene situaciones infinitamente dispares. Nada tiene que ver las que tienen como destino una práctica esclavitud ante su marido, como en Afganistán; las que son obligadas por su familia al corte del clítoris, como en diversos países africanos; las que sí o sí deben tapar su rostro con un velo o burka, como en gran parte de los Estados islámicos; o las que son víctimas de la violencia de género, el más universal de los problemas femeninos, con muchas de las mujeres occidentales que gozan no solo de los plenos derechos de cualquier ciudadano, pero que, incluso, a veces, son beneficiadas por el hecho de ser mujeres, principalmente si hayan sido agraciadas por la naturaleza por su físico.

Por las mujeres que tienen su género como una losa en su vida aún debe existir el Día de la Mujer. Pero, es solo a ellas que este día debería ser dedicado.

martes, 1 de marzo de 2011

EL PESO DE LA REELECCIÓN


"Quisiéramos una Cristina eterna". Así, sin tapujos, la diputada del Frente Para La Victoria (FpV), Diana Conti, abrió su “corazón” K en una entrevista radial.

En la nota que dio a Radio 2 de Rosario, Conti quiso mostrarse entre las primeras a dar batalla para algo improbable, dentro del marco constitucional y político argentino, la reelección eterna de los presidentes.

Aunque, siquiera haya sido electa para su segundo y último mandato, la ventaja que presenta Fernández de Kirchner en las encuestas hace que algunos de sus seguidores ya estén pensando en el “futuro”, una reforma de la Constitución, concretamente en lo referido al límite de mandatos del Jefe de Estado.

No sería la primera reforma constitucional para brindar más mandatos a un presidente. Menem, con el Pacto de Olivos con los radicales, en 1993 - en el cual los del partido centenario se arrodillaran ante el riojano - pudo modificar las reglas del juego, reemplazando el mandato único de seis años por la posibilidad de dos, en caso de reelección, de cuatro años.

En el actual contexto sería casi inimaginable algo parecido. Muy difícilmente el gobierno tendría una mayoría de dos tercios requerida para alterar la Carta Magna. Ni llegaría a un acuerdo con la oposición.

Así que las palabras de Conti han tenido un efecto bumerang, con todo el arco opositor y su prensa adicta teniendo un excelente material para hacer lo que más les gusta, pegarle al gobierno y a Fernández de Kirchner, con o sin razón.

Su declaración ha sonado como un escándalo. Y muchos han afirmado que más allá de expresar un deseo personal o de un grupo de ultakirchneristas de la FpV, Conti tuvo autorización del “más arriba” para lanzar el polémico augurio.

En sí, no creo que reelecciones sean buenas o malas. Todo depende de la coyuntura y de la naturaleza de cada puesto.

Son diferentes los poderes que puede tener un Jefe de Gobierno presidente que un Jefe de Gobierno primer ministro. El primero siempre tendrá más resortes, con los cuales podrá imponer un poder más allá de la legitimidad que el puesto le otorga. Además, el puesto de presidente no está supeditado al legislativo, diferentemente de un Jefe de Gobierno dentro del sistema parlamentarista, siempre pendiente de mayorías parlamentarias para mantenerse en el cargo.

Por lo tanto, no es justo comparar largos liderazgos de figuras como Helmut Kolh, Felipe González y Margareth Tachter en sus respectivos países como primeros ministros, con el de un presidente que lleva o quiere llevar varios años en la cúspide de la gobernación.

Otro aspecto muy importante es el de la oportunidad. Cambiar leyes para beneficio propio es una práctica antirrepublicana. Aumentar el número de mandatos o tornarlos indefinidos supone un casuismo que hace poco sana la vida democrática.

La probable vencedora del escrutinio de octubre, Fernández de Kirchner, no es la única argentina que puede conducir a Argentina. Y “su fecha de caducidad” como presidente - con independencia de su desempeño - inexorablemente deber valer hasta fines de 2015.