martes, 20 de noviembre de 2018

MÉDICOS CUBANOS E A "ESCRAVIDÃO"

A palavra escravatura viralizou-se entre grande parte da direita brasileira como forma de encampar as mudanças prometidas pelo presidente eleito, Jair Bolsonaro, no programa Mais Médicos a respeito da situação dos médicos cubanos e que tiveram como consequência o anúncio da retirada do convênio de parte do governo de Cuba com a OPAS (Organização Pan-americana de Saúde), que intermediava a vinda destes para o Brasil.

Para os bolsonaristas e outros quejandos os médicos cubanos eram como escravos. Seria inadmissível que o Brasil fosse conivente com o fato de ficarem com apenas um quarto do que o Brasil destinava pelo seu trabalho. Motivo principal para os galenos caribenhos serem qualificados naquela categoria.

Ora, se é verdade que o status quo deles não era o da plena liberdade, estando limitados a  condicionantes remuneratórias próprias dum país socialista, está muito longe da racionalidade que fossem escravos.

A escravatura pressupõe uma obrigação laboral. Caso muito distinto dos médicos cubanos, que vinham ao Brasil de acordo a sua plena vontade, não tendo sido, em nenhum momento, forçados a aderirem ao programa que leva medicina a uma parte do Brasil profundo e que sem sua presença ficaria carente de atendimento médico. Ademais, se na comparação com seus colegas brasileiros seus proventos eram baixos, estavam em situação salarial muito melhor do que se estivessem em Cuba, onde um médico ganha cerca ao equivalente a U$ 65 (Como se trata dum país socialista de renda per capita baixa, a limitação salarial é grande para todas as profissões, compensando-se-a com comida subsidiada e a não necessidade de se pagar aluguel. Embora grande parte da população viva em lugares precários e/ou amontoada).

Ademais dos R$ 3 mil que recebiam no Brasil, ainda tinham alimentação e moradia custeadas pelos municípios em que trabalhavam. Ou seja, quase uma vida de luxo para os padrões da ilha. O que faz com que os postos de médico no exterior nos convênios internacionais que o país estabelece, que rende ao governo cubano cerca U$ 5 bilhões por ano, sejam muito cobiçados pelos médicos cubanos.

Certamente, até os médicos que estivessem insatisfeitos com o fato de só poderem ficar com um quarto do que o governo brasileiro pagava achariam ridículo o título de escravo. Este tipo de léxico é muito usual na tática proselitista de atribuir a adversários ou a modelos que se critica algum extremo. Algo que é comum tanto à direita como à esquerda (Muitos esquerdistas adoram chamar de fascista todos que são de direita, por exemplo). Sendo que muitas vezes quem não adere a este tipo de discurso, preferindo o matiz e a ponderação, é chamado no Brasil de "isentão".

Pode-se criticar Cuba. Pode-se até achar que o Brasil não pode ser cúmplice de um governo que fica com a maior parte do que se paga pelo trabalho de um profissional, mesmo ao preço de que muitos municípios fiquem sem atenção médica (E desde que admitam esta terrível consequência). Não é a minha visão, mas entra na categoria do opinável. Entretanto, roça a cretinice usar palavras muito longe de serem apropriadas para o que querem reprovar. No caso específico da palavra escravo, é até uma falta de respeito pela memória de tantos que no passado sofreram a terrível tortura de o serem. Sendo o Brasil o último das Américas que aboliu a escravidão.

miércoles, 14 de noviembre de 2018

DESEO SEXUAL, LA MAYOR DIFERENCIA ENTRE LOS GÉNEROS

Si hay una gran diferencia entre hombres y mujeres es a respecto del sexo. Más concretamente del deseo de tenerlo.

Es un tema que poco se habla, al menos en el ámbito de los análisis mediáticos o académicos, pero que mucho se siente y se sabe (aunque en el afán de una visión igualitaria total entre los géneros muchos lo nieguen. Algunos de modo sumamente cínico).

Mientras los varones tienen el deseo carnal muy fácilmente activado, no necesitando ni siquiera haber hablado con el ser objeto de ello, las mujeres tienen un proceso mucho más complejo para que lleguen a esto.

El mayor ejemplo de esto es el mercado del sexo pago. El de la prostitución. Si este es tan grande de parte del ofrecimiento del servicio sexual de mujeres para hombres, significa cabalmente cuan diferente es la demanda masculina para practicar el coito en relación a la femenina. Muchos menos hombres irían a pagar para copular si hubiese tantas mujeres como ellos con estas ganas.

Los propios trabajadores del sexo hombres en general tienen como clientes a otros hombres. Las mujeres simplemente no tendrían casi ninguna necesidad de pagar por tener sexo y cuando lo hacen sería más por un capricho o por un lujo que se quieren dar. El sexo está totalmente disponible para ellas, tamaño es el número de hombres que lo quieren sin cualquier exigencia sentimental si esta tampoco sea la suya.

El tema sentimental es justamente uno de los grandes motivos para que ocurra la distinción. Las mujeres tienen muy atado lo carnal a lo sentimental de modo general. Con los hombres es muy difícil que esto se suceda. Sería raro que un hombre rechazara sexo con una mujer que vea mínimamente atractiva si esta se lo propusiera, independientemente de que nutra empatía por ella o no.

Es justamente por el hecho de que tengan tan velozmente ganas de copular que los hombres homosexuales tienen fama de promiscuos. Como es fácil encontrar una pareja sexual, suelen tener varias a lo largo de su vida (al menos en comparación al hombre heterosexual promedio, que solo no es promiscuo como el homosexual por falta de oportunidad).

A raíz de esta gran diferencia, en las cada vez más populares aplicaciones para ligar, como Tinder y Happn, se verifica una manifiesta dificultad de los hombres en conseguir un "match" y un "crush" (nombres dados respectivamente en Tinder y Happn para cuando dos personas dan recíprocos "likes", habilitando la conversación entre ambos). Como hay una gran disparidad entre el número de cuentas femeninas y masculinas (principalmente porque en el imaginario ingenuo de los hombres en estas aplicaciones se lograría sexo fácilmente, conduciendo a que haya mucho más perfiles de hombres), no es nada fácil llamar la atención de una mujer. Teniendo el hombre muchas veces que bajar su listón para que tenga oportunidad con alguna mujer. Además, estudios demuestran que, en general, solo un pequeño grupo de hombres concentran una gran parte de likes mutuos de las mujeres. Como sobran varones, para una mujer es fácil un like mutuo de hombres mucho más bonitos que ellas (obviamente, si después su objetivo es entablar un noviazgo, muy difícilmente este hombre más bonito va a querer algo más allá del sexo con ella).

Que hombres y mujeres tengan tanta diferencia en el surgimiento del deseo sexual no es algo digno de crítica a ninguno de los dos. Hace parte simplemente de su distinta naturaleza. Aunque parte de ella pueda ser modificada con el tiempo. Quizá lo genético explique al menos parte de lo poco proclive que la mujer es a respecto del sexo casual, puesto que durante mucho tiempo el sexo presuponía un gran riesgo de que quedase embarazada y tal vez en el futuro las mujeres pierdan este predeterminismo genético ya que las más variopintas formas de protección hacen con que hoy sexo y concepción no deban estar relacionados con un gran grado de seguridad.

El gran problema es que mientras las mujeres no admitan que los hombres estén muy fácilmente excitados sexualmente, van a seguir molestas con manifestaciones que en sí no significan un desrespeto o un acoso hacia ellas. Creo que mucho de los movimientos feministas, como el #metoo, es basado en la exageración y en la gran falta de comprensión. Una misma cosa dicha por dos hombres puede ser interpretada de modo diferente si uno es también objeto de la atracción de la mujer y el otro no. Y como en su vida una mujer será blanco de muchos intentos de ligue, toda esta ola feminista, muchas veces con características moralistas, puede hacer con que una se sienta como una víctima cuando haya un abordaje masculino.

También a los hombres les cabe el ejercicio del sentido común, para que sepan que no deben insistir cuando haya un rechazo de la mujer, principalmente si hay una relación de poder de él hacia ella (lo que muchas veces puede caracterizar un acoso).

Ponerse en los zapatos del otro, por lo tanto, es fundamental. Las diferencias entre hombres y mujeres no pueden resultar en una guerra de los sexos.