jueves, 10 de mayo de 2012

LEY DIGNA, AUNQUE INSUFICIENTE


Desde este miércoles, Argentina es un país un poco más humano. La aprobación por unanimidad por parte del Senado de la ley que permite la interrupción de tratamientos terapéuticos para pacientes terminales, con enfermedades irreversibles o sin apenas posibilidad de cura es un notorio avance en materia de derechos civiles

La llamada Ley de Muerte Digna, que ya había sido votada por Diputados, ahora podrá ser sancionada por la presidente Cristina Fernández y puesta en práctica, para alivio de millares de personas y familias que no necesitarán prolongar de modo inútil su sufrimiento.

Ojalá, la Ley de Muerte Digna pueda, en un futuro breve, dar paso en Argentina a una ley todavía más profunda, la de la eutanasia, aunque muy pocos países en el mundo la permitan – siendo que ninguno posibilita el derecho que este escribano le gustaría que hubiese, la eutanasia irrestricta y abierta a todos, con independencia de que estén o no enfermos.

Aunque la Ley de Muerte Digna se quede en el medio del camino en lo referente a la opción de la vida y de la muerte, deja Argentina por arriba de los demás países sudamericanos, que no tienen legislación que permita, de modo manifiesto, que los enfermos en estado muy grave no continúen su tratamiento.

Además, la ley hace con que Argentina sume puntos a respecto de los derechos individuales, tras la aprobación del Matrimonio Igualitario y de la Ley de Identidad de Género – es decir, leyes que solo tienen incidencia en quienes se benefician de ellas, no afectando y perjudicando a nadie más.