lunes, 26 de abril de 2010

El caso UMP y la hipocresía argentina


No podría haber sido mejor el juicio del Tribunal de La Haya a respecto del diferendo que tenían Argentina y Uruguay sobre la papelera UMP.

Hace mucho tiempo se sabe que la empresa finlandesa con producción ubicada en las orillas del Río Uruguay en la ciudad oriental de Fray Bentos no traía significativos problemas para sus aguas y para el medio ambiente en general. Incluso estudios argentinos, como el da Universidad de Buenos Aires y del Instituto Tecnológico Nacional, corroboran esto.

Entretanto, es cierto que Uruguay no cumplió con sus deberes de “socio” con su vecino. Para no tener el riesgo de perder la inversión de los finlandeses en su territorio, no tuvo dudas en meter el Tratado del Río Uruguay de 1975 en el cajón.

Por esto, que el Tribunal haya advertido Uruguay por este acto, pero que, a la vez, no pida la retirada de la papelera no significa que uno de los dos tenga absoluta razón.

La pregunta sería qué es peor. El lado uruguayo, que no comunicó al vecino, con cual comparte río y tratado sobre ello. O el argentino, que, insistentemente, pisó tierra en argumentos (la contaminación del río) que nunca pudieran ser probados de hecho. Principalmente los asambleístas de Galeguaychú, que hasta hoy paralizan la puente San Martín, que une los dos países. Pero también el gobierno argentino, que fue y sigue siendo connivente con ellos.

Entretanto, más importante que esta cuestión casi bizantina, lo importante es analizar el juego de doble vara de medir de las autoridades de Argentina y de parte de su sociedad, principalmente la prensa.

Muchos de los que han hecho ruido sobre los supuestos daños de la papelera poco o nada han hecho sobre las megas minerías en las provincia de San Juan, Santa Cruz, Catamarca. Además de La Rioja y Salta, con proyectos en curso.

En total, entre las ya instaladas y las que serán, serían cerca de 150 minerías al cielo abierto funcionando en Argentina.

Las megas minería al cielo abierto exigen para su funcionamiento 300.000 metros cúbicos de agua potable al día, que, por su vez, contaminada con tóxicos y metales pesados, como cianuro - del cual es usado nada menos que 10.000 toneladas – y ácido sulfúrico, aplicados tras la voladura de las montañas, termina yendo parar en acuíferos y ríos.

Por ende, el riesgo de efermedades de las poblaciones donde se ubican las minerías aumentaría exponencialmente. Así como se verificaría una escasez de agua potable.

Las minerías al cielo abierto han empezado su vía libre desde los 1990, en el gobierno de Carlos Menem, con la concesión de exenciones y ventajas fiscales para las empresas multinacionales que las explotarían, como la deducción de 100% en la inversión en el impuesto a las ganancias.

Ninguno de los gobiernos que han sucedido al riojano han tenido el más mínimo reparo con estas minerías. Por el contrario. Nestor Kirchner, incluso, declaró en su mandato que ellas serían un objetivo estratégico para el país.

No por casualidad, la multinacional de mayor envergadura en el sector, la canadiense Barrick Gold, fue unas de las mayores donadoras de la campaña electoral de la actual presidenta Cristina Kirchner, que, en cambio, vetó la Ley de Glaciares, del diputado Fernando Solanas, que impediría este tipo de emprendimiento al menos en los glaciares argentinos.

Mientras muchos continúan haciendo una borrasca en un vaso de agua por UPM, las mega minerías continúan su camino libre hacia sus millonarias ganancias, a cambio de los efectos perversos de sus explotaciones para el medio ambiente y para la salud de los pueblos que conviven con ellas.

miércoles, 14 de abril de 2010

Flamengo, legítimo campeão brasileiro de 1987


Ao decidir, definitivamente, dar a famigerada taça das bolinhas ao São Paulo, reconhecendo-o como o primeiro clube cinco vezes campeão brasileiro, a CBF acaba de ratificar um dos maiores absurdos da história do futebol brasileiro e, sem dúvida, o maior absurdo da história, em particular, do campeonato brasileiro: que o campeão nacional de 1987 é o Sport e não o Flamengo, legítimo campeão daquele ano e, por conseqüência, legítimo primeiro pentacampeão quando obteve o título de 1992.

Foi de uma enorme patifaria o ocorrido em 1987. Sem condições de organizar o campeonato da elite deste ano, os principais clubes do país, associados no Clube dos 13 reuniram-se em uma espécie de liga para a realização do nacional, como o nome módulo verde da Copa União.

Entretanto, no meio da competição, a CBF, que organizava o que seria a segunda divisão, o módulo amarelo, “vira a mesa”, e decreta, arbitrariamente, que o campeão nacional de 1987 sairia do cruzamento dos primeiros dois colocados do módulo verde e os dois primeiros do amarelo.

Em assembleia o clube dos 13 não aceita a decisão da CBF e recusa o imbecil cruzamento.

O Sport, campeão do módulo amarelo seria o campeão da CBF. Já o Flamengo, campeão do módulo verde, é, então, amplamente reconhecido pela opinião pública e pela mídia, hoje dividida, como o verdadeiro campeão nacional.

Ao longo dos anos, a CBF pressionada tanto pelo Flamengo quanto pelo Sport não quis mais pronunciar-se, deixando nas mãos do Clube dos 13 o reconhecimento.

Justamente o Clube dos 13, que foi o primeiro a rechaçar o insensato cruzamento da CBF, e que passa a lavar as mãos, já tendo o Sport entre os seus.

A entrega da taça das bolinhas, destinada ao primeiro clube que lograsse por cinco vezes o campeonato brasileiro, quando o São Paulo conquistou seu quinto título nacional, em 2007, esquentou o que deveria ser uma falsa polêmica. Para além do Sport e do Flamengo, a agremiação paulista também passou a ser “parte interessada” no tema.

A diretoria do clube mais glorioso do futebol brasileiro olvidou-se por completo sua posição de 1987 de defesa do módulo verde como o campeonato legítimo. Numa atitude mesquinha e oportunista pleiteou para o tricolor o estatuto de primeiro pentacampeão brasileiro.

Os argumentos dos que apagam o módulo verde da história são risíveis. Dizem que por ser uma liga a competição não teria valor. Então, todas as ligas europeias tampouco o terão.

Dizem que o Flamengo e o Internacional, os dois primeiros do módulo verde “fugiram” do Sport e do Guarani, os dois primeiros do amarelo. Quando, na verdade, apenas limitaram-se a cumprir o acordado pelo Clube dos 13.

E dizem que o fato do torneio chamar-se Copa União e não Campeonato Brasileiro já seria motivo suficiente para não considera-lo como tal. Esquecem-se que o campeonato brasileiro só começou a ter esta denominação em 1989. Antes tivera outros nomes, como Copa Ouro e Copa Brasil.

Entretanto, o mais espantoso é a incoerência de alguns veículos de comunicação social, como a Folha de S.Paulo, que ao mesmo tempo que não reconhece o Flamengo como campeão de 1987, reconhece o módulo verde para efeito estatístico do Campeonato Brasileiro.

Que os que defendem e prezam a justiça não se deixem levar pela decisão, ainda que oficial, de quem põe os interesses escusos muito a frente da verdade desportiva.