sábado, 17 de diciembre de 2011

GAFAS Y EL PODER



Si hay cosas raras a respecto de los Presidentes de Gobierno de España son las gafas. Desde la vuelta de la democracia no ha habido ninguno que siendo electo tras elecciones legislativas las llevase. Esta “tradición” será, finalmente, rota con Mariano Rajoy.

Incluso en el resto del mundo no es tan fácil encontrar a Jefes de Estado y de Gobierno que llevasen gafas. En el país más importante del mundo, EEUU, por ejemplo, desde Truman, en los años 1950, todos los presidentes tenían la visión suficientemente buena para prescindir de las gafas. Truman fue el último presidente antes de la popularización de la televisión en este país. La pequeña pantalla, quizá, sea el factor clave que explique esta curiosidad.

Hasta el arribo de la televisión la imagen de los candidatos solo llegaba a los electores por medio de fotos en la prensa. Muy llamativo fue el debate para las presidenciales americanas de 1960. Según los sondeos Richard Nixon había ganado para la mayoría de los que escucharon el debate por la radio. Pero el vencedor para la mayoría de los que vieron el debate en la televisión había sido John Kennedy. Es verdad que Nixon, así como Kennedy, no llevaba gafas, pero contaba con una presencia mejor.

Entre los grandes países de Europa Occidental (Reino Unido, Francia, Alemania, Italia y España), partiendo desde los 1970, es decir, cuando la televisión empezó a ser, de hecho, universal en el Viejo Continente, solo Italia escapa a la regla que “castiga” a quien quiera llegar a la cúspide del poder llevando gafas.

De los 19 primeros ministros que Italia tuvo desde 1970, once llevaban gafas. Pero muchos de los ellos no habían pasado por elecciones antes ocupar el puesto, en razón de los constantes cambios en la Jefatura del Ejecutivo transalpino en una misma legislatura. En el Reino Unido, de los ocho primeros ministros, solo dos (James Callaghan y John Major) llevaban gafas. En Alemania de los cuatro solo Helmut Kohl tenía gafas. En Francia, de los cinco presidentes electos ninguno las usaba. Y en España, el de más joven democracia, de los cinco líderes del Ejecutivo anteriores a Rajoy solo Calvo Sotelo, que no fue aupado a La Moncloa tras unas elecciones, las necesitaba (Felipe González solo pasó a usarla después de ser Jefe de Gobierno).

Parece que para comandar a un país no basta ser convincente, tener buena retórica o buenas ideas. También es importante estar con la cara “libre” de las gafas, pues los electores, tal vez, tengan prejuicio contra quienes deben usarlas.

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