lunes, 19 de diciembre de 2011

FACTOR BOSMAN


El pasado 15 de diciembre se cumplieron 16 años de la sentencia judicial que cambió completamente el mercado del mundo del fútbol. Lo que se tildó como Ley Bosman fue, en definitiva, la mayor revolución que éste sufrió

En el inicio de los años 1990, Jean-Marc Bosman, un mediocre futbolista belga, había demandado a su club, el Lieja, que no lo permitía cambiarse al francés Dunkerque tras el fin de su contrato. Hasta entonces, vigoraba la “ley del pase”, en que el jugador era casi de propiedad de su equipo, solo siendo liberado a otro club si éste lo “comprase”.

Su caso llegó al Tribunal de Justicia de la Unión Europea que le dio la razón a Bosman, lo que generó una jurisprudencia de enorme impacto en la Europa futbolística, que puso coto al pase. Esto repercutió, también, en todo el mundo. Poco a poco todos los países fueron acabando con el pase.

No solamente la Ley Bosman mató al pase, como también armonizó las leyes de libre circulación de ciudadanos de la Unión Europea al fútbol. A partir de entonces, los europeos extranjeros de un equipo no entraban más en el cupo de tres extranjeros que podrían jugar un partido.

Los cambios que trajeron la Ley Bosman hicieron con que los países más potentes de Europa y sus grandes equipos tuviesen mucho más condiciones de contratar a los grandes jugadores. Como son más ricos y han podido negociar de modo mucho más flexible con los jugadores que quisiesen fichar han podido montar verdaderos escuadrones multinacionales.

En cambio, los clubes pequeños y de otros países han sufrido tremendamente con la Ley Bosman, pues se ha hecho mucho más complicado segurar a sus jugadores. Sudamérica, en particular, fue la más perjudicada. Como gran parte de sus habitantes tienen algún tipo de descendencia europea, muchos de sus jugadores han obtenido la ciudadanía de algún país de la UE pasando a no tener cualquier restricción para actuar allá. La calidad del Campeonato Brasileño y Argentino, por ejemplo, se ha desplomado. El Brasileño antes de la Ley Bosman era para cualquier observador atento del fútbol el mejor campeonato nacional del mundo, con creces.

Una evidencia del revolcón causado por la Ley Bosman es el torneo que reúne a los campeones de los continentes, el Mundial de Clubes – hasta 2004 solo jugado por el campeón europeo y el sudamericano, llamándose en el antaño Copa Intercontinental.

Hasta 1995 había una superioridad de los equipos sudamericanos. Habían cosechado 19 títulos. Los europeos habían vencido 14. Desde 1996, entretanto, cuando las consecuencias Ley Bosman empiezan a sentirse, los europeos han ganado el doble que los sudamericanos (sumando los títulos de la antigua Copa Intercontinental con el Mundial de Clubes), 12 contra 6 (en 2000 se jugó tanto la Copa Intercontinental como el Mundial de Clubes). El Mundial conquistado este domingo por el Barcelona permitió a que los europeos pasasen a liderar el ranking, 26 títulos contra 25 de los sudamericanos.

Es verdad que el Barcelona, campeón de dos de los últimos tres Mundiales y dueño de los mejores equipos de la historia, es básicamente formado por españoles. Podría perfectamente ser lo que es actualmente sin que hubiese existido la Ley Bosman. Pero el Barça de hoy ha sido la excepción a la regla de los grandes equipos europeos desde la Ley Bosman, casi siempre rellenados por una gran cantidad de no nacionales. La Internazionale de Milán, por ejemplo, fue campeona europea en 2010 sin alinear un único jugador italiano en la final.

La Ley Bosman también ha aumentado la diferencia técnica en los campeonatos nacionales de Europa. Es muy difícil que las ligas no sean de un equipo con mucho poder financiero. Antes había mucho más equilibrio. El mayor ejemplo es Inglaterra, donde hasta la temporada 1995-1996 24 equipos diferentes fueron campeones nacionales. Desde 1996-1997 solo tres (Manchester Unidet, Chelsea y Arsenal) salieron campeones.

El fútbol antes de la Ley Bosman a nivel de clubes era mucho más real. Ahora, los principales campeonatos naciones de Europa se parecen más a una ficción. Varios de los grandes equipos de las grandes ligas son mejores que la selecciones nacionales de sus países.

Ahora lo único que podrá disminuir la diferencia de los grandes equipos europeos respecto a los demás es la crisis financiera de Europa, que puede languidecer el poder económico de algunos clubes.

No es posible, ni deseable, volver con el pase. Pero sería posible fijar una excepción legal al derecho comunitario de la UE para que no hubiese la libre circulación de los jugadores europeos entre los equipos de la UE. Basta que hubiese voluntad política y senibilidad deportiva. El fútbol sería mucho más bonito y democrático.

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