sábado, 14 de octubre de 2017

¿MESSI O MARADONA?

El último martes Messi hizo los tres goles de la victoria por 3 a 1 que clasificaron la selección argentina para el Mundial de 2018 en la última fecha de las eliminatorias sudamericanas contra Ecuador, salvándola del bochorno que supondría no estar presente en la competición reyna del fútbol.

Posiblemente, por el altísimo riesgo de no clasificación, haya sido el partido más importante del rosarino con la remera albiceleste, que muchas veces recibe críticas por desempeños que no estarían a la altura de las expectativas que genera cuando actúa por el cuadro argentino, teniendo en cuenta lo que suele hacer cuando juega por el Barcelona.

Puede que eso sea verdad y que en lo general el Messi argentino esté abajo del Messi barcelonista. Pero es injusto decir que Messi no haya tenido papel brillante con la camiseta de su país. No siendo un delantero, es el jugador que más ha hecho goles por Argentina (61). Aunque eso deba ser matizado por el hecho de que se juegue más hoy que en el antaño. De hecho, hay otros jugadores con un promedio mejor.

Después de haber ganado todo con el Barça, esencialmente, lo que falta para Messi es ganar un título con Argentina. De preferencia, claro, que sea un Mundial. Ya estuvo muy cerca, habiendo conducido Argentina a tres subcampeonatos de Copa América y uno del Mundo. Siendo que en dos de ellos Argentina perdió en los penales (en las Copas Américas de 2015 y 2016 contra Chile) y en uno fue derrotada por un gol en el final del partido (en el Mundial de 2014 contra Alemania) cuando había sido mejor, no habiendo sido señalado un penal a su favor.

En la comparación al mayor ídolo del fútbol argentino, Diego Maradona, no haber levantado una copa con la selección absoluta de Argentina es el gran problema de Messi para mucha gente.

Pese a tener más regularidad con Argentina que la que tuvo Maradona - el promedio de goles de cada uno en parte se lo demuestra (0,5 de Messi y 0,37 de Maradona) - todavía se puede considerar el de Villa Fiorito mayor que Messi con la selección. Fundamentalmente por haber logrado un Mundial y haber tenido el principal desempeño individual de la historia en el mismo, el del 1986.

¿Pero es justo en el cotejo global de las carreras dar tanto peso a un único torneo para decir que uno fue mejor que el otro? Infelizmente es lo que hacen la mayor parte de las personas que ponen a Maradona por arriba de Messi, casi que cínicamente eclipsando las fantásticas marcas que Messi tiene con el Barça. Como sus 591 goles en partidos oficiales (promedio de 0,88), sus 197 asistencias (promedio de 0,33) y sus 30 títulos, entre los cuales cuatro Liga de Campeones, ocho ligas españolas y cinco Copas del Rey.

Otro argumento muy utilizado es que Maradona, además de haber ganado "solo" el Mundial de 1986, hizo también "solo" con que un equipo pequeño, como el Nápoles, hubiese salido campeón italiano dos veces y campeón de la Copa de la UEFA. Siendo que estos apartados ameritan un matiz. Si es verdad que nunca hubo un jugador como Maradona en un Mundial como en aquel, no es verdad que Argentina tenía un equipo tan malo (en la final contra Alemania, por ejemplo, Maradona, aunque haya dado el pase para el gol del triunfo de Burruchaga, no tuvo una gran actuación)  Y sobre el Nápoles, contaba con algunos jugadores de la selección italiana, como De Napoli, Ferrara y Carnevale y de la selección brasileña, como Alemão y uno de los mejores delanteros de los años 1980, Careca.

Si Messi siempre ha jugado en un club muy superior a la gran mayoría de los rivales - en una época de superequipos, en que lucen especialmente el suyo, el Barcelona, y su gran rival, el Real Madrid - mucha de esta superioridad se debe a la propia Pulga Atómica.

Asimismo, Messi en encuentros contra cuadros de un nivel similar o cercano al suyo también tiene números excelentes, siendo, por ejemplo, el mayor artillero de la historia del mayor clásico del mundo, el Barcelona-Real Madrid.

Decir que Messi fue mejor que Maradona no es disminuir a este. Faltaría más. Infelizmente, en estas comparaciones uno, quizá para dejar claro que tiene la razón, muchas veces, tiende a hablar solo de lo bueno de uno y de lo malo del otro.

Aunque crea que Maradona sea un poco sobrevalorado, por haber tenido altibajos en su carrera (hizo un mal Mundial en 1982, malas Copas Américas en 1987 y 1989 y no fue el jugador que se esperaba en el Barcelona), es innegable que está entre los mayores de la historia del balompié por lo que hizo en la mayor parte de los años entre 1976, cuando se estrenó con el modesto Argentino Juniors y lo hizo estar al nivel de los grandes del fútbol argentino, hasta el Mundial de 1990.

Es verdad que para un país tan pasional como Argentina es muy difícil aceptar que hay un futbolista más genial que Maradona. Incluso su histórico de adicciones y de dramas de alguna manera acaba beneficiándolo. Haciéndolo supuestamente más humano y por eso más querido. Aunque no falten casos de exabruptos de él, que, en teoría, tendrían que producir un rechazo de la gente.

Pero en lo global Maradona ha logrado transmitir un carisma como pocos en Argentina. Y el carisma es algo muy difícil de generar. Depende no solo de la persona pero fundamentalmente de la naturaleza del pueblo con el cual se interactúa.

Messi, no solo por haber sido creado como jugador lejos de Argentina, tiene rasgos que lo alejan de la simbiosis que tiene Maradona y el pueblo argentino. Es frío en las entrevistas. Nunca hace declaraciones bombásticas. Y mucho menos critica a nadie (algo que Maradona ha hecho mucho, aunque de modo muchas veces demagógico).

Aunque en el próximo año sea campeón del mundo con Argentina, es difícil que la mayoría de los argentinos lo consideren superior a Maradona. Especialmente los maradonistas empedernidos, que pululan en los medios del país.

Entretanto, quienes deben hacer un análisis serio y comprometido con el rigor no pueden estar supeditados al sentimiento de una nación o a la atracción que una personalidad produce para hacer una comparación con otra. Solo lo que hicieron en la cancha debe valer para el juicio. Más que eso es caer en un infantilismo.

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