lunes, 16 de octubre de 2017

155, QUIZÁ LA POSTERGACIÓN DE UN PROBLEMA


La suspensión de la autonomía de Cataluña o partes de ella con la inminente puesta en marcha del artículo 155 de la constitución puede tener como colofón la convocación de nuevas elecciones autonómicas. Aunque, de momento, sea incierto el alcance que le querrá dar el gobierno español y aunque ese enfatice, como lo ha hecho hoy en su comparecencia ante los medios la vicepresidente del gobierno, Soraya  Sáenz de Santamaría, que el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, tiene tiempo para evitarlo. Bastando con que rectifique hasta el jueves su no respuesta concreta de si declaró o no la independencia el 10 de octubre (pero es muy difícil que eso ocurra).

La tirantez en que está sumida Cataluña puede agrandarse con el 155. Principalmente si el presidente del gobierno, Mariano Rajoy, lo aplique de modo maximalista, destituyendo al gobierno de la Generalitat y disolviendo al Parlament. Pese a las dudas legales de que con el 155 se puede ir tan lejos.

Muchos catalanes podrán sentirse ultrajados, aumentado la adhesión al independentismo y, por ende, dándole una mayoría no solo de escaños en eventuales elecciones - como tienen hoy los partidos separatistas - como de votos, que no la tuvieron en las elecciones para el Parlament de hace un poco más de dos años. Y cuanto más grande sea esta mayoría, más problemas políticos tendría el gobierno de España.

El 155 puede servir para echar el balón hacia adelante - reprimiendo los intentos de rebeldía contra la constitución, sean retóricos o prácticos, de parte de los independentistas - pero no solamente no podría resolver la cuestión catalana, como podría tornarla más peliaguda a medio plazo.

Lo que puede hacer con que el que no independentismo gane cuerpo es el miedo de un gran deterioro de la economía catalana con los retos secesionistas. La fuga de las mayores empresas de Cataluña, aunque sea solo en el ámbito de sus sedes sociales, puede tener un gran impacto. Esta sería la esperanza para quienes intentan restar fuerzas al separatismo. Puede que sea la única. Pero puede ser una variable muy potente, puesto que el bienestar económico, en teoría, es lo más importante para la mayoría de las personas. Este temor contribuyó para que el movimiento independentista en Quebec sea en la actualidad bastante menor de lo que fue en el pasado, ya que varias empresas se trasladaron para otras partes de Canadá.

Pero el conflicto catalán presenta una gran diferencia a respecto de lo que hubo en Quebec. Canadá permitió el derecho a decidir a los quebequenses. Y por dos veces en un plazo de solo 15 años. Con un plebiscito en 1980 y otro en 1995.

Ser reacio a cualquier posibilidad de plebiscito legal sobre la independencia, como es la posición del PP, de CC´s y de la mayoría del PSOE, es contraproducente. Es una intransigencia que los aleja de la empatía de muchos catalanes.

Si eso y la aplicación del 155 tendrán más peso negativo que el pavor a un empeoramiento de la economía catalana si los partidos independentistas sean más fuertes y sigan apostando por mantener el órdago secesionista, solo unas futuras elecciones dirán.

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