martes, 16 de febrero de 2010

MÁS GENTE FEA, POR FAVOR


De los artistas que optarán por las estatuillas del Oscar de este año, llama la atención la presencia de la actriz Gabourey Sidibe, por su actuación en el film Preciosa.

No vi la película, y tampoco creo que voy a verla. Leí malas y buenas críticas de la película. Independiente de la calidad de la obra, lo que me ha dejado satisfecho fue saber que en el mundo del cine actual, mundo donde casi solo vencen los estéticamente bien constituidos, haya encontrado su hueco Sidibe. Más aún con la fuerte posibilidad que tiene en ganar el Oscar de mejor actriz.

La excepción que representa Sidibe es lamentable. El cine y la dramaturgia en general cumple el rol de representar la vida por medio del arte, como es de perogrullo decírselo.

En la vida real los bellos y bellas, o, al menos, los muy bellos y bellas son excepción. Nuestro mundo está lleno de personas con muchos defectos físicos a nivel estético. Pero son aquellos que copan la séptima arte y la teledramaturgia. Los que no han sido agraciados por la naturaleza casi no tienen posibilidades.

Este parece ser un mundo aparte. En que incluso los mendigos tienen bíceps y pectorales bien definidos.

No soy hipócrita y decir que la sociedad es cruel al imponer un cierto patrón de belleza. Creo que el factor de la atracción que uno o una genera es algo natural y punto. Hay determinadas características físicas que casi siempre han sido o jamás han sido factor de atracción.

Pero el factor físico no tiene ninguna incidencia en el factor intelectual. Se puede ser, por lo tanto, una buena actriz o un buen actor sin ser bonita o bonito. Es justamente de los que no son que más se hace falta. Pues es de ellos que se colma, en general, el mundo.

Y no es solo en el mundo de la dramaturgia en que noto esta carencia de feos o no bonitos. También en la música hoy es raro, fuera los veteranos – y digo solo en el masculino porque casi no veo a veteranas en el mundo de la canción – ver a gente fea.

Hoy creo que Edith Piaf, por ejemplo, no pasaría de una cantante callejera. Y es curioso cómo la Piaf del cine (Marion Cotillard) era muchísimo más guapa que la original.

Lo de la belleza debería estar restricto a nuestros deseos personales- querer tener una pareja hermosa por ejemplo, si posible - y no figurar en el campo de las selecciones que nada tienen que ver con nuestra vida íntima.

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