miércoles, 10 de febrero de 2010

LO RIDÍCULO DE ZP


El dignísimo presidente del gobierno español, José Luiz Rodríguez Zapatero, ha tenido sus últimas semanas pésimas. Por activa y por pasiva. Por pasiva por la descalificación del riesgo de la deuda pública española de la parte de las crueles agencias de rating y de las declaraciones poco abonadoras de lo que se espera para el futuro de la economía española en general por parte de la UE, con uno de los suyos, el saliente comisario de Económia y futuro comisario de Competencia, Joaquín Almunia, a la cabeza; del FMI; y de otros expertos en economía. España y su gobierno como víctimas del pegamiento del desastre de la economía de Grecia, que fuera ser un país del sur de Europa – aunque en el lado oriental del viejo continente – y de estar teniendo un fuerte bajón en su actividad económica desde el fin de 2008, a raíz de la crisis económica global, poco tiene que ver con los fundamentos de la economía española, principalmente en lo que se refiere a la deuda pública, que es el doble de la española en relación al PIB.

Pero, ZP también ha tenido “mérito” en sus últimos momentos de desestabilización. A que yo tildaría como momentos de ridiculez. Primero, lo del anuncio de que iría a proponer que la edad de jubilación aumentaría de 65 para 67 años, para después decir que no sería bien eso, al menos para todos, comparando el ejercicio de la profesión de albañil con la de profesores universitarios, pero no dejando claro si iría a proponer regimenes diferenciados de jubilación de acuerdo con cada labor – cosa que sería de lo más moderno en materia de jubilación, pero que debería ser explanado luego al principio.

Después yendo al Desayuno de Oración Nacional en Washington, organizado por la ultraconservadora La Familia, con algunos miembros acusados de abusos a menores y otros que predicen todo aquello de reaccionario relativo a la libertad individual – como el derecho al aborto y a la unión o casamiento de homosexuales – asignatura que Zapatero merece mejor nota, al menos para este humilde escribano. Para colmo ZP es declaradamente ateo.

Quizá lo haya ido para no hacer una deshecha a su friend Barack Obama, ya que Zapatero había sido electo el orador principal del evento. Pero, si el esposo de Michelle, de hecho, es amigo de Zapatero habría entendido un "no" del presi español. Y es justamente en los momentos de los "noes" que se pone a prueba una verdadera amistad.

ZP aun intentó laicizar su participación en las menciones de la Biblia que hizo y con la clemencia por la igualdad de tratamiento a todos los colectivos de la sociedad. Lo que no borró el ridículo.

Y, por fin, lo de la reforma laboral. Se habló con los líderes de las leales centrales sindicales, se habló con el líder de la CEOE, el "promisor" empresario Diáz Ferrán y...nada. La montaña parió un ratón. Nada de concreto, quizá para no desagradar ni a griegos ni a tirios.

Para terminar, quiero dejar claro que lo que dije en la apertura del texto es verdad y no una ironía. Considero, a despecho de todo, ZP digno. Como persona - me encantaría ser su amigo – y como político. Puede que tenga que desdecirse – los catalanes bien se acuerdan de cuando dijo que daría su espaldarazo a cualquier reforma de Estatut que saliese del Parlamento catalán, para que éste fuese después “cepillado”, en las palabras de Alfonso Guerra – muchas veces. Pero lo veo sincero. Quizá parte de esta sinceridad sea advenida de su ingenuidad. Es un defecto, sin duda. Entretanto, es un ciudadano con un genuino sentido de Estado, que sacó sin pestañear España de Irak y que ha sido de una excepcional gallardía ante la oposición más canil de Europa, la que hace el PP. Tal vez, no tenga el talento – en contraposición a su talante - para sacar España de la crisis, cuya la principal responsabilidad ni por asomo se la podemos atribuir a él.

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