domingo, 20 de marzo de 2011

LA GUERRA: SIEMPRE UN MAL, PERO AHORA NECESARIO


Francia inició ayer contra Libia el último recurso de las relaciones internacionales, la guerra. Que lo perpetrado por la nación gala con el sustento de gran parte de la OTAN tenga el eufemístico nombre de exclusión del espacio aéreo solo edulcora en términos léxicos la cruda y dura acción de atacar, aunque “solo” por el aire, el país magrebí.

Pese a que los objetivos sean solo militares, es probable que pierda la vida gente inocente, que estaría exprimida entre sus liberadores y sus verdugos.

Entretanto, la opción alternativa a la guerra simplemente no existe. Y si ésta existiera se resumiría al simple cruzar de brazos a la espera de que Muammar Gaddafi pare con su masacre y aniquile cualquier movimiento hacia la liberación del país sometido a una de las más largas dictaduras del mundo.

Una intervención armada contra otro país es lo más delicado que hay. Siempre habrá efectos colaterales y el signo de interrogación sobre la legitimidad de la intervención.

¿Un país o un grupo de países pueden arrogarse en el plano de salvadores de otro? Como todo, o casi todo, depende.

El caso libio difiere de intervenciones polémicas recientes, como en Irak y en Kosovo, por ejemplo. Dos guerras injustas, en que lo justificado para la intervención era pura ficción (el tema de las nunca encontradas armas de destrucción masiva en Irak) y un parcial relato de los hechos (sobre el supuesto lavado étnico de Slodoban Milosevic en Kosovo, nunca probado efectivamente).

En Libia es clara la opresión de un sátrapa sobre la población que, harta de las décadas de arbitrio, se ha sublevado contra él, viendo el ejemplo de la queda de las dictaduras de Tunez y Egipto hace poco tiempo.

Al contrario del tunecino Ben Ali y del egipcio Mubarack, a Gaddafi no le ha temblado las manos para responder sin tapujos, por medio de bombardeos, a los que clamaban por el fin de su régimen.

Además, en Libia los países que están impulsando la ofensiva tienen el espaldarazo de la ONU, que, por medio de su Consejo de Seguridad (CS), ha avalado “todas las medidas necesarias para la protección de los civiles libios”, según lo expresado en la resolución 1973 del CS.

La guerra no generará el mejor de los mundos. Siempre es mucho más sano que sean los propios ciudadanos de un país los responsables por la queda de una dictadura. La arquitectura del post-régimen estaría libre de influjos externos, por ejemplo.

Pero, la cobardía de Gaddafi, al no ahorrar recursos bélicos para callar la voz de su oposición, no permite que la comunidad internacional tenga muchos matices. Infelizmente, la guerra en Libia es lo que resta. Hasta que Gaddafi sea derrocado.

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