miércoles, 30 de marzo de 2011

IGUALDAD NO ES SINÓNIMO DE UNIFORMIDAD

Desde un planteamiento simplista los que defienden el principio de la igualdad deberían ser favorables a la propuesta de la consejera de Enseñanza de Cataluña, Irene Rigau, de que el alumnado de los centros educativos catalanes lleve obligatoriamente uniformes escolares.

De hecho, que los estudiantes usen la misma ropa los haría más parecidos. Pero, la igualdad no necesariamente tiene que ir al descompaso de la libertad.

Determinar que una persona, que sea chico o adulto, lleve una ropa es ir en contra del individuo como ser autónomo. Poniéndolo bajo un patrón que no los lleva a ningún sitio.

Abogar por una sociedad igualitaria no es abogar por una sociedad de persona iguales, y sí pretender que las personas sean tratadas de modo igual, sin favores y privilegios a partida, y que la libertad de unos no torpedee e invada la libertad de otros.

El traje que uno lleva tiene mucho que ver con los gustos de la persona. Desde que estos gustos no sean representados en ropas que agredan a otros (como una camiseta con dichos racistas o homofóbicos) que hagan proselitismo religioso (como las indumentarias religiosas, desgraciadamente permitidas en España y en Cataluña) y que sean de sentido erótico o cercano a ello (como exagerados escotes), cada alumno insertado en los centros públicos de enseñanza tiene que poseer el libre albedrío para elegir cómo quiere ir a la escuela.

El rol de los colegios e institutos públicos, además de le educación formal, es fomentar entre los estudiantes la unión y el respeto entre diferentes para que éstos vean en el otro, por más distinto que sea, un ser digno con quien se puede convivir en armonía.

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