jueves, 26 de agosto de 2010

NI K NI C - PERO TAMPOCO EQUIDISTANTE



Argentina vive el periodo más tirante en lo que se refiere a la relación medios y gobierno nacional desde la vuelta de la democracia en 1983. Particularmente una parte de los medios, la más fuerte de todas, el grupo Clarín.

Gobierno y Clarín traban una pelea de magnitud, quizá, impar en la historia argentina. De un lado el primero, con el poder tangible, el que se ve y el que la gente sabe que tiene: el de administrar, con o sin transparencia, los recursos finitos y ejecutarlos conforme la coyuntura, su ideología y su competencia.

Del otro el segundo, con el poder, que si no es invisible - pues nada puede ser más visible que la prensa, la radio, la tele e Internet - es abstracto, el de supuestamente influir en lo que piensa la sociedad, con todo lo relativo que esto puede tener, de acuerdo con sus intereses, sean ellos legítimos o espurios.

La falta de una oposición de nivel partidario de peso ha hecho con que Clarín haya ejercido desde la caída de la popularidad de los Kirchner el rol de más potente opositor del gobierno pingüino.

Durante el mandato de Kirchner I , cuando Clarín poca objeción hacia de las acciones gubernamentales, pocos podrían imaginar que vendrían años tan duros entre el pingüinato y el imperio multimediático. Con la llegada de Kirchner II, entretanto, ha estallado la ruptura, con coletazos de gran calado y que no cesan.

El allanamiento al grupo por supuesta evasión tributaria; la Ley de Medios Audiovisuales; la derogación de la fusión de Cablevisón, perteneciente a Clarín, y Multivisión; el fin de la “propiedad” que Clarín y sus socios tenían sobre el fútbol, con el derroche que es Fútbol para Todos; y la prohibición de la ya muerta pero no enterrada, Fibertel, fueron los principales episodios de la “guerra” K vs C hasta ahora.

Pero, lo que está en discusión ahora, el caso Papel Prensa, parece ser más fuerte que estos temas juntos. En ella está involucrada la época más sangrienta y oscura de la historia reciente de Argentina, la dictadura militar de 1976 a 1983.

La compra trucha de Papel Prensa muestra a Clarín, con su CEO, Hector Magnetto, a cabeza, fuertemente incorporado en el ambiente de terror instalado por los militares en la época.

Toda la presión para que los dueños de Papel Prensa vendiesen sus acciones para Clarín, La Nación y la extinta La Razón, ponen en evidencia el inescrupuloso carácter del señor Magnetto, el Ciudadano Kane criollo, que no tembló sus manos en hacer amenazas de muerte para adquirir las acciones de la empresa de la familia Gravier.

No importa cuál sea el real objetivo del gobierno en sus medidas contra Clarín y, concretamente, el informe sobre las irregularidades en el traspaso de las acciones de Papel Prensa en los 70 y el eventual control del Estado de la producción de papel celulosa. Si se trata de venganza o de deseo de controlar los medios como los K hacen en Santa Cruz, o de las dos cosas.

Como bien dice Victor Hugo Morales, “este gobierno y su poder pasarán, pero Clarín continuará”.

Los que, de hecho, velan por la libertad de expresión no tienen que estar con el gobierno, que ya ha demostrado que no la tiene entre sus prioridades – basta ver los ultraoficialistas medios estatales. Pero, sí deberían estar a favor de que Argentina tenga medios más plurales y democráticos.

La pérdida de la fuerza económica de Clarín y, principalmente, la pérdida de credibilidad de Clarín sería un paso para esto, aunque muchos otros deberían ser dados.

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