miércoles, 27 de octubre de 2010

NÉSTOR KIRCHNER: AUTORITARISMO, AUTORIDAD, PRAGMATISMO, CORAJE, USURPACIÓN Y OBSTINACIÓN


Néstor Kirchner, sin lugar a dudas, fue de los más polémicos políticos argentinos. Parte de las características del primer presidente patagónico que ha tenido Argentina han servido para potenciar para lo malo y para lo bueno la imagen de un hombre que no tenía medias tintas para hacer lo que quería y debería ser hecho.

Siendo el presidente electo con menos votos de la historia reciente de Argentina, habiendo ganado el puesto tras la desistencia de Carlos Menem en participar de la segunda vuelta de las presidenciales de 2003, a Kirchner no le temblaron las manos en dar un portazo a los bonistas de la deuda pública argentina, decretando que solo la pagaría para quien aceptara el canje de un valor significativamente menor.

El canje de la deuda soberana junto con el procesamiento de los militares represores de la última dictadura fueron los principales factores que devolvieron a la presidencia la autoridad perdida tras el paso de cinco presidentes en menos de un año y medio.

El canje representó que Argentina podía respirar. Que los de abajó tendrían más atención en la distribución de los recursos finitos del Estado, que estaban siendo destinados en su gran parte para los intereses de la deuda. Asimismo la deuda con el FMI fue liquidada.

El éxito del canje permitió a Kirchner gobernar con tranquilidad entre 2003 y 2007 y colectar los frutos de la significativa mejora de los indicadores sociales, como la disminución del desempleo de 33% para 10% y un crecimiento económico “chino” de un país que estaba en el piso, después de la tragedia social, económica y política de 2001-2002 y que sufría de una actividad económica anémica desde el segundo lustro de los años 1990. Su popularidad llegó a los 70%.

Si el canje fue el ajuste de cuentas con los años 1990 – ya que el crecimiento de la deuda pública fue una de las hijas de la Ley de Convertibilidad de Menem y Cavallo - la reapertura de los juicios a los represores fue el ajuste de cuentas con los años 1970. Si el primer intento de juzgar a los asesinos del Proceso en los años 1980 con Raúl Alfonsín fue trabado a punto de ser puesta en riesgo la neófita democracia con los carapintadas, el gobierno Kirchner pocas dificultades tuvo en llevar a cabo el más ejemplar reencuentro con la verdad y la justicia de los países latinoamericanos que sufrieron dictaduras militares.

Pero Kirchner no sabía dónde terminaba la autoridad y dónde empezaba el autoritarismo. Sin relacionarse bien con la palabra diálogo, Kirchner coleccionó enemigos. El tratamiento a periodistas de medios no alineados al gobierno era, por ejemplo, manifiestamente agresivo, habiendo veces en que, incluso, los humillaba con ironías y desplantes.

La propia presidenta, Cristina Fernández, sentía el peso de su excesiva influencia en el mandato para el cual la platense fue electa en 2007. A punto de no saberse quién era, realmente, el que tenía el poder en Argentina, si Néstor o Cristina, candidata a su sucesión como parte de un plan pragmático para su manutención en la Casa Rosada por muchos años.

A partir de 2007 se puede considerar que Argentina tenía un dúo en la Jefatura del Gobierno – Néstor y Cristina. En este periodo la tirantez, apenas relucida de 2003 a 2007, se densifica, y los encontronazos entre gobierno y oposición se tornan una regla.

Teniendo como justificativa la “profundización del proyecto”, el principal latiguillo kirchnerista, los Kirchner avanzan con las leyes más osadas y corajosas de las últimas décadas, la que impuso más retenciones de los granos (en parte trabadas con la derogación de la 125); la estatización de las AFJP y de Aerolíneas Argentinas; y la nueva Ley de Servicios Audiovisuales.

En el medio, Néstor y Cristina ganan un enemigo, el grupo Clarín, que se torna su principal contrincante. Aunque la pelea también se haya extendido a varios otros grupos mediáticos, contrapuestos a la denominada prensa adicta al gobierno, tanto la pública, con Canal 7, cuanto la privada, con los medios de los amigos sinceros y oportunistas del “proyecto”.

Entretanto, las contundentes acciones contra unos grupos (los del campo y los medios) no fueron cotejadas con el tratamiento dado a otros sectores de la sociedad argentina, como la minería, con varios privilegios, entre los cuales exenciones de impuestos y una tibia fiscalización de sus actividades, y los gremios peronistas de la CGT, que continua siendo el único sindicato con personería jurídica.

La usurpación también fue una de las facetas de Kirchner. Durante su mandato y el de su esposa, aumentó en 572% su patrimonio. Un caso paradigmático de la promiscuidad de lo público con lo privado en su gestión es el alquiler que el empresario Juan Carlos Relats paga por el Hotel de los Kirchner en El Calafate, Los Sauces, en el valor de U$ 210 mil al mes – muy por encima de su valor de mercado. En cambio el empresario tiene jugosas obras públicas.

Por último destaquemos lo que, tal vez, le haya quitado relativamente temprano la vida, su obstinación. Pese a los avisos dados por su salud en el último año siguió con su vida política activa teniendo como meta las elecciones presidenciales de 2011, en que pretendía volver a ser el titular del sillón presidencial. Como muy bien ha dicho su adversario Ricardo Alfonsín, “entre la vida y la militancia Néstor ha elegido la militancia."

Entre los claros y oscuros de su mandato (2003-2007) y de su "mandato compartido" (desde 2007) Néstor Kirchner está en la lista de los mejores presidentes que ha tenido Argentina – o entre los menos peores, de acuerdo con el prisma.

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