Décadas de mucha inflación, poco crecimiento, del aumento de la desigualdad social, de la pobreza, de la criminalidad y, por supuesto, la corrupción de la clase política han hecho con que una significativa parte de los argentinos tengan una mala imagen de su país.
Como colofón de ello, decir que Argentina
es “un país de mierda” está de moda.
El gran problema de este pensamiento es de
relatividad. ¿“De mierda” a respecto de qué? ¿En comparación a quiénes?
Si comparamos Argentina con la propia Argentina,
incluso la respuesta podrá no ser solo una. Si es verdad que en el ranking de
las naciones, Argentina estuvo mucho mejor ubicada en el antaño, siendo de los países
de mejor PBI per cápita del mundo entre el final del siglo XIX y comienzo del
XX (habiendo quien garantice que fue el de mayor en 1895), también es verdad
que las condiciones de vida en aquel entonces no eran de generar envidia a quienes
habitan hoy el territorio argentino. El país era de los mejores del mundo, pero
el mundo era mucho peor que el de hoy. Menos gente en las escuelas, en las universidades,
mucho más mortandad infantil, mucho menor expectativa de vida, menor riqueza
per cápita, etc.
El PBI per cápita de Argentina en 1913,
por ejemplo, era de US$ 6.052 y terminado 2022 era oficialmente de U$ 26 074
en paridad de poder adquisitivo. Mientras el de Alemania, España y Francia en
1913 era, respectivamente, de US$ 5.815, de US$3.067 y de US$5.555 y en 2022
era de U$ 64.086, de U$ 46.413 y U$ 56.036, respectivamente, en paridad de poder adquisitivo.
Es decir, el problema de Argentina fue haber
crecido mucho menos que otros países. Pero eso no significa que vivir en
Argentina en su supuesta época dorada fuese mejor que hoy.
Otro factor muy importante es la comparación regional.
Argentina aún es de los mejores países de Latinoamérica. En el Índice de
Desarrollo Humano (IDH) de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que mide
expectativa de vida, PBI per cápita y tiempo de escolaridad, es el 45º. Entre las naciones latinoamericanas,
solo es superada por Chile, que es el 42º.
Incluso en lo que tanto se habla como símbolo de la
tragedia argentina, la pobreza, Argentina tiene guarismos mejores que el resto
de la región. El problema es que poca gente, incluyendo los periodistas, saben que
el método argentino es mucho más exigente para medir pobreza. Por eso, Argentina
presenta en su indicador de pobreza un porcentaje mayor (40%) que el de otros
países de Latinoamérica. Pero, una vez usada la misma vara del Indec, de acuerdo
con un estudio del economista Daniel Schteingart, hay varios países de
la región que salen peor o mucho peor parados que Argentina. Ejemplos: Costa
Rica tendría 44% de pobres, Paraguay 57%, Brasil tendría 59%, Colombia 70%,
México 69% y Perú 73%. Y países que se supone que estarían mucho mejor que
Argentina, Chile y Uruguay, tendrían 31% y 38%, respectivamente, de pobres.
Sobre inseguridad, aunque la realidad de algunos lugares de
Argentina sea mala, como en algunos barrios del conurbano bonaerense y como en
Rosario, azotada por el narcotráfico, el hecho es que es el país con menos homicidios
por 100 mil habitantes de la región, 4,2.
En términos de desigualdad social, según el índice GINI, solo
Uruguay tiene una menor que Argentina entre las naciones de la región
(posiblemente Cuba, que no consta en el ranking del GINI, también tendría una
menor).
Donde sí Argentina es muy "mierdosa" es en el tema de la inflación.
Con 120% de inflación acumulada hasta octubre, solo Venezuela, con 176%, la supera
en este flagelo. Y es justamente la inflación y cómo resolverla lo dramático,
al menos a corto plazo, para el país. Para ello, todos los demás indicadores
socio-económico tendrán que deteriorarse, pues solo se podrá combatirla con un
abordaje muy fiscalista, en que haya cortes de gastos públicos de una magnitud
que precipite un aumento de la pobreza y que haga con que los servicios públicos
sean peores.
Entretanto, si el próximo gobierno consigue domar la
inflación, a medio y largo plazo las perspectivas de Argentina serían buenas. La
puesta en marcha de Vaca Muerta, haciendo con que no solo el país no tenga que deshacerse
de dólares, importando gas, sino que también entren muchos dólares por su exportación,
y la creciente demanda de litio, commodity de la cual Argentina es el segundo
mayor productor del mundo, podrán significar una vuelta de tuerca para el país.
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