jueves, 5 de diciembre de 2013

COMPARAR LO IMCOMPARABLE

Realizado hace 13 años, el informe PISA es el más importante, al menos en términos mediáticos, para comparar el nivel educacional entre países, aunque solo participen de él los países de la OCDE (supuestamente los más desarrollados del mundo), puesto que su organización es de responsabilidad de esta institución, y más algunos que voluntariamente se asoman para exponer el grado de aprendizaje de sus estudiantes de 15 años.

El gran problema del PISA es evaluar a países que pueden tener realidades bien distintas al nivel de la integración en el sistema de enseñanza de sus quiceañeros. Si un país tiene un porcentaje mayor de quinceañeros fuera de la escuela puede tener una ventaja en el promedio de notas en el PISA que uno que tenga más quinceañeros en la escuela aunque no tenga una educación mejor que este.

Si un país logra incluir en la enseñanza a más jóvenes que otro, puede aumentar el nivel de alumnos con malas condiciones sociales dentro del sistema educativo de lo que tendría si no los hubiese incluido. Principalmente si la inclusión es reciente. Esto hace con que el promedio baja en comparación a un escenario de no inclusión.

Tomemos el ejemplo de Argentina y Brasil. Argentina está en la posición 59,  con 396 puntos en el promedio de las asignaturas evaluadas (lengua, matemática y ciencia). Brasil en la posición 58, con un promedio de 402. Diferencia pequeña. Pero aun así, desde una primera mirada, sorprendente (aunque en el anterior ranking, Brasil ya apareciese con más puntos que Argentina). ¿Cómo un país clasificado en el Índice de Desarrollo Humano de la ONU (cuyas variables son renta per cápita, expectativa de vida y años de escolaridad) en la posición 45, Argentina, puede tener su educación evaluada a un nivel inferior que la de uno, Brasil, que está en la posición 84? 

Además, basta con haber hablado con argentinos y brasileños para que se verifique claramente un nivel cultural mayor de los argentinos.  

La principal explicación para la superioridad brasileña es que mientras Brasil tiene 75% de jóvenes de 15 años en la escuela, Argentina tiene 85%. Haber logrado incluir a más gente de esta edad en la escuela muy probablemente haya sido lo que ha hecho con que el promedio argentino haya sido un poco inferior al brasileño.

Para mejorar el PISA en términos de comparación entre países sería muy importante que la OCDE introdujera el número de jóvenes de 15 años en las escuelas de los países que participan del PISA como una variable. Así tendríamos un panorama más de acuerdo a la realidad a efecto de parangón

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