lunes, 12 de julio de 2010

DE LA FURIA A LA ROJA

Era 1920, en los Juegos Olímpicos de Amberes. España jugaba contra Suecia. El gol heroico de Belauste, tras pasar por cinco suecos, más que la clasificación significó para España un apodo que llevó por muchas décadas, “Furia.”

El alias representaba a una selección que se acostumbró a derrotas y decepciones – cosas que generan, de hecho, mucha furia. Pero que también representó, durante los años franquista, a un país furioso. La furia del régimen contra quien pensaba diferente. Y también la furia de ser perseguido por él.

La democracia – con lo relativo que conlleva esta palabra – ha hecho que los españoles fuesen menos furiosos, aunque, motivos para alguna furia siguiesen existiendo: paro, corrupción y crispación entre las nacionalidades históricas y el resto de España, entre los principales.

La selección española en democracia continuaba poniendo a los españoles furiosos. Furia por la sufrible campaña en su propio Mundial, en 1982. Furia por la copiosa falla de Arconada en la final de la Eurocopa de 1984. Furia por el árbitro tailandés favoreciendo clamorosamente a Corea del Sur en los cuartos del Mundial de 2002. Furia por el codazo no penalizado de Tassoti en Luis Enrique en los cuartos del Mundial de 1994. Furia por el penal fallado por Raúl contra el francés Barthez en los cuartos de la Eurocopa de 2000. Furia por la tanda de penalidades que significaron la eliminación en los cuartos del Mundial de 1986 y de la Eurocopa de 1996. Furia por el límite que eran los maltrechos cuartos.

Desde 2004 La Furia poco a poco iba dejando espacio para La Roja - un alias que sería inadmisible en el franquismo. La furia de los españoles con su seleccionado también iba desapareciendo. En 2006, verdad, tuvieron que aguantar más un desaire en el Mundial de ese año. Pero, todo ha cambiado en 2008. La conquista de la Eurocopa de ese año y ahora del Mundial de 2010 han hecho que los españoles hayan reemplazado el fatalismo por la confianza, el automatismo de los fracasos por el automatismo de los triunfos y mala suerte por la buena suerte – incluso en las decisiones del arbitraje.

El nuevo y colorido alias también ha simbolizado el paso a la modernidad, representada por un fútbol que, más allá de las victorias, mostraba belleza y requinte, en que, como dice Johan Cruyff, ser amigo del balón es lo principal.

La Furia también tenía algo que ver con un país que tenía en la corrida de toros un símbolo nacional. Cuánta furia debe estar contenida en un pobre animal víctima de la furia de hombres que hacen de la barbaridad una fiesta. Felizmente, cada vez hay menos aficionados en este “espectáculo” grotesco en España.

En términos políticos, desde mi visión progresista del mundo, el color rojo también podría ser profundizado en España, un país con una desigualdad social más grande que el promedio de la Unión Europea y en que los pobres suelen cargar con las medidas anticrisis.

Sabiendo que será muy difícil que los españoles, al menos en el corto plazo, tengan un gobierno rojo, que disfruten con su fútbol rojo.

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