martes, 11 de enero de 2011

UN PREMIO MÁS QUE JUSTO


No valoraba mucho el premio que la FIFA destina para el supuesto mejor jugador de fútbol del mundo. La elección para apurar el número uno entre los atletas del deporte-rey a lo largo de los años ya ha presentado injusticias, fruto de la ceguera de quienes han participado de la ella – antes solo los técnicos de las selecciones, pero ahora también los capitanes de las formaciones nacionales y varios periodistas.

Desde la primera edición del premio, en 1991, no solo el más votado como el mejor del planeta, como el segundo y el tercer colocado, han sido siempre jugadores que actuaban en Europa. Figuras que hicieron grandes temporadas, quizá siendo el mejor del año, pero que jugaban en Sudamérica, fueron completamente desdeñadas, como Raí en 1991 y 1992; y Edmundo y Marcelo Salas en 1997.

Es verdad que después de la Ley Bosman Europa ha pasado a concentrar, indubitablemente, los mejores del mundo, casi sin excepción. Pero, continuaban a haber resultados muy cuestionables, fundamentalmente en años de Mundial, en que el grueso de la temporada era obviado por la competición-reina, concretamente por el equipo que salía campeón, que casi obligatoriamente tenía su destaque como el elegido.

Canavarro, por ejemplo, en 2006 muy difícilmente estaría ni entre los tres mejores si no fuese por el Mundial de ese año.

La elección de Messi como el mejor del mundo de 2010, por fin, ha roto la “dictadura” del Mundial en el premio de la FIFA. Sin haber realizado un Mundial brillante – aunque tampoco haya estado en un bajo nivel – su victoria era la menos pronosticada, con el favoritismo corriendo a favor de sus colegas de Barcelona y campeones del mundo, Iniesta y Xavi.

La victoria del argentino ha dado al premio una credibilidad y seriedad de las cuales tenía muchas dudas. Pese a su solo razonable Mundial, el año de Messi fue monstruoso. Sin ser un delantero central, anotó 58 goles en 54 partidos – muy pocos de penales y muchos en forma de golazos en la más pura acepción de la palabra – siendo el buque-insignia del Barça bicampeón español y que terminó el año como líder de la Liga local, no solo por lo individual, pero también por lo colectivo.

Las quejas de los medios españoles por la no elección de Xavi o Iniesta solo puede ser catalogada como ridícula. Los españoles parece que querían que en 2010, como en todos los años de Mundial, el fútbol fuese resumido a esta competición.

Si los dos centrocampistas lucieron más que Messi en el Mundial, en el Barça la presencia de Messi fue mucho más decisiva.

La elección de Messi, en el medio de la miopía mundialista, ha significado más que el premio para el culé un premio para el propio premio.

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