martes, 23 de marzo de 2010

EL CONTRASTE


Una contradicción típicamente argentina: tener de lo más y de lo menos. Esto se puede decir de la paradoja en que se encuentra el fútbol del país, más concretamente en su selección nacional de fútbol. Poseer lo mejor y lo peor.

De lo mejor hablo, claro, de esta joya, el mejor atleta de balompié que hay en la actualidad y posiblemente de las últimas cuatro décadas, que es Lionel Messi, que no solo está limitándose en hacer goles en todos los partidos últimamente, como los hace en forma de golazos.

Messi tiene todo para ser el más grande jugador argentino de la historia. Solo los varios rencorosos argentinos en relación a la “pulguita atómica” - por la envidia de verlo extra terrestre en el Barcelona y no en la albiceleste – pueden negar, como niegan los fundamentalistas cristianos el evolucionismo, lo extraordinario que es el rosarino.

De lo peor hago referencia a Diego Maradona, el mejor futbolista de los años 1980, el segundo mejor de Argentina en todos los tiempos, solo superado por Alfredo Di Stefano, y unos de los diez más grandes de la historia del fútbol mundial.

Pero, como director técnico, el “Pelusa” es una anécdota, menos que un esbozo de entrenador, luciendo mucho más por sus exabruptos contra los medios que por su trabajo.

Maradona es entre los directores técnicos de las selecciones mundialistas -pese a la casi herejía de poner en “El Diez” el título de director técnico - el menos competente que hay.

Así que en el césped Argentina tiene el más grande y en el banco tiene el peor del mundo.

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