miércoles, 14 de noviembre de 2018

DESEO SEXUAL, LA MAYOR DIFERENCIA ENTRE LOS GÉNEROS

Si hay una gran diferencia entre hombres y mujeres es a respecto del sexo. Más concretamente del deseo de tenerlo.

Es un tema que poco se habla, al menos en el ámbito de los análisis mediáticos o académicos, pero que mucho se siente y se sabe (aunque en el afán de una visión igualitaria total entre los géneros muchos lo nieguen. Algunos de modo sumamente cínico).

Mientras los varones tienen el deseo carnal muy fácilmente activado, no necesitando ni siquiera haber hablado con el ser objeto de ello, las mujeres tienen un proceso mucho más complejo para que lleguen a esto.

El mayor ejemplo de esto es el mercado del sexo pago. El de la prostitución. Si este es tan grande de parte del ofrecimiento del servicio sexual de mujeres para hombres, significa cabalmente cuan diferente es la demanda masculina para practicar el coito en relación a la femenina. Muchos menos hombres irían a pagar para copular si hubiese tantas mujeres como ellos con estas ganas.

Los propios trabajadores del sexo hombres en general tienen como clientes a otros hombres. Las mujeres simplemente no tendrían casi ninguna necesidad de pagar por tener sexo y cuando lo hacen sería más por un capricho o por un lujo que se quieren dar. El sexo está totalmente disponible para ellas, tamaño es el número de hombres que lo quieren sin cualquier exigencia sentimental si esta tampoco sea la suya.

El tema sentimental es justamente uno de los grandes motivos para que ocurra la distinción. Las mujeres tienen muy atado lo carnal a lo sentimental de modo general. Con los hombres es muy difícil que esto se suceda. Sería raro que un hombre rechazara sexo con una mujer que vea mínimamente atractiva si esta se lo propusiera, independientemente de que nutra empatía por ella o no.

Es justamente por el hecho de que tengan tan velozmente ganas de copular que los hombres homosexuales tienen fama de promiscuos. Como es fácil encontrar una pareja sexual, suelen tener varias a lo largo de su vida (al menos en comparación al hombre heterosexual promedio, que solo no es promiscuo como el homosexual por falta de oportunidad).

A raíz de esta gran diferencia, en las cada vez más populares aplicaciones para ligar, como Tinder y Happn, se verifica una manifiesta dificultad de los hombres en conseguir un "match" y un "crush" (nombres dados respectivamente en Tinder y Happn para cuando dos personas dan recíprocos "likes", habilitando la conversación entre ambos). Como hay una gran disparidad entre el número de cuentas femeninas y masculinas (principalmente porque en el imaginario ingenuo de los hombres en estas aplicaciones se lograría sexo fácilmente, conduciendo a que haya mucho más perfiles de hombres), no es nada fácil llamar la atención de una mujer. Teniendo el hombre muchas veces que bajar su listón para que tenga oportunidad con alguna mujer. Además, estudios demuestran que, en general, solo un pequeño grupo de hombres concentran una gran parte de likes mutuos de las mujeres. Como sobran varones, para una mujer es fácil un like mutuo de hombres mucho más bonitos que ellas (obviamente, si después su objetivo es entablar un noviazgo, muy difícilmente este hombre más bonito va a querer algo más allá del sexo con ella).

Que hombres y mujeres tengan tanta diferencia en el surgimiento del deseo sexual no es algo digno de crítica a ninguno de los dos. Hace parte simplemente de su distinta naturaleza. Aunque parte de ella pueda ser modificada con el tiempo. Quizá lo genético explique al menos parte de lo poco proclive que la mujer es a respecto del sexo casual, puesto que durante mucho tiempo el sexo presuponía un gran riesgo de que quedase embarazada y tal vez en el futuro las mujeres pierdan este predeterminismo genético ya que las más variopintas formas de protección hacen con que hoy sexo y concepción no deban estar relacionados con un gran grado de seguridad.

El gran problema es que mientras las mujeres no admitan que los hombres estén muy fácilmente excitados sexualmente, van a seguir molestas con manifestaciones que en sí no significan un desrespeto o un acoso hacia ellas. Creo que mucho de los movimientos feministas, como el #metoo, es basado en la exageración y en la gran falta de comprensión. Una misma cosa dicha por dos hombres puede ser interpretada de modo diferente si uno es también objeto de la atracción de la mujer y el otro no. Y como en su vida una mujer será blanco de muchos intentos de ligue, toda esta ola feminista, muchas veces con características moralistas, puede hacer con que una se sienta como una víctima cuando haya un abordaje masculino.

También a los hombres les cabe el ejercicio del sentido común, para que sepan que no deben insistir cuando haya un rechazo de la mujer, principalmente si hay una relación de poder de él hacia ella (lo que muchas veces puede caracterizar un acoso).

Ponerse en los zapatos del otro, por lo tanto, es fundamental. Las diferencias entre hombres y mujeres no pueden resultar en una guerra de los sexos.

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