domingo, 26 de junio de 2011

LA (NO) IMPORTANCIA DEL VICE


Después de mucha especulación, por fin, sabemos quien ha sido el “electo”. Amado Boudou ha sido el escogido por la presidente Cristina Fernández de Kirchner para acompañarla en su candidatura en que intentará renovar su mandato

La divulgación ese sábado de su nombre puso coto a la ansiedad en los medios y en el Frente Para la Victoria. Pero, ¿habría razón para la expectativa o en realidad este caso no es uno de aquellos en que la noticia es más importante que su contenido?

¿Cambiarían las perspectivas de Fernández si su vice fuese otro? Creo que no. Las posibilidades que un candidato tiene en ser electo son marcadas por él propio y por la dinámica de su candidatura.

El vice, en general, tiene un papel muy diminutivo. Es una figura casi decorativa. Aunque en Argentina, como en EEUU, al vice se le concede la presidencia del Congreso de Senadores – y esto le pasó una factura muy alta a la actual presidente hace tres años cuando su vicepresidente Julio Cobos votó en contra la ley que imponía más retenciones al agro, la 125.

El candidato a vicepresidente solo gana peso electoral (bueno o malo) si haya perspectivas de que le sean destinadas funciones concretas en la gobernación si la fórmula salga victoria. Si no como máximo es un “animador” de mítines.

Quizá, Uruguay sea el país donde el vicepresidente más importancia ha tenido en Sudaméricana en los últimos tiempos. Tanto en la candidatura de José Mujica como en su gobierno, se notó y se nota mucho la presencia de Danilo Astori.

En el paisito, Astori sirvió en la carrera hacia la Torre Ejecutiva y sirve hoy día en la gobernación del Frente Amplio como un contrapeso que hace un guiño a un electorado más conservador, al empresariado uruguayo y a los inversores extranjeros.

En la misma campaña Mujica ya decía que Astori tendría en sus manos la conducción de la política económica de su futuro gobierno. Bajo está condición, obviamente, el rol de Astori no sería nada baladí.

Lo ideal, en realidad, sería que la vicepresidencia siquiera existiese. Lo más sensato, en mi visión, en caso de muerte o impedimiento del titular sería la realización de nuevas elecciones.

Exceptuando la historia de Cobos, los vices (candidato o electo) en regla serán más importantes por el ruido que se siente en el momento previo a su designación que por las nueces producidas en el momento posterior a ella.

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